Vino por Valencia mi prima Asunción. Cada vez que se pasa por aquí por motivos laborales, siempre me avisa y nos tomamos juntas un café por allí por la plaza de la basílica de los Desamparados, en uno de los cafés más recoletos y soleados que hay por esta capital. A ella le encanta.
Venía, como siempre, para hacer un poco de turismo en el poco tiempo que le sobraba y quería ver la Casa- Museo de los Benlliure y que yo la acompañase después a tomar el tranvía que va a la Malvarrosa para visitar la vivienda que fue de Blasco Ibáñez.
-No sé si voy a poder hacer nada de mi plan turístico, prima – me comentó algo compungida- Me encuentro fatal. Tengo un forúnculo en el glúteo que me está mortificando y casi no he descansado y, cuando he podido hacerlo, se me ha dormido una oreja y ...¡nada! ...noche en blanco, hija.
Yo ya había notado, que cuando llegó y después de darme dos besos, se había sentado algo escorada a babor y con mucho tiento, despacito...
-O sea, que hablando en cristiano, tengo un grano en el culo que a ver a quien se lo enseño para que me cure tamaña incomodidad...¡qué poco elegante...!
Porque mi prima, es de las que si se ha de morir de un atropello, pide que sea con el topetazo de un Jaguard y no de un Micra enano, por bueno que sea. Hasta en eso, “la clase” y el glamour.
-¡Vaya...!- me limité a decir- ¿Y lo de la oreja?...Aquí si que mi curiosidad estaba anhelante de escuchar.
-Pues, hija. Ahora, me ha dado por dormir con la oreja doblada y cuando se me desdobla, el cartílago ha sufrido lo indecible y me duele todo ese lado de la cara...
Efectivamente, la parte superior de ese apéndice, zona del hélix, estaba ligeramente rojo y desde luego, inflamado porque el pequeño arete que lucía a manera de modernidad, casi lo llevaba incrustado en la carne. Cualquiera le decía, ni siquiera yo, que ya no va teniendo edad para lucir esos artilugios de los “pirsings”.
-Bueno, pero eso no es que se te haya dormido la oreja. Simplemente, ha estado prensada por tu cabeza en mala posición y...
-Ya, ya...Ya sé que estoy gorda y con mi cabeza a juego. Me pasa por haber dejado de fumar. Cualquier día, cojo el vicio otra vez y en paz...No duermo, paso unas noches horribles...Me encuentro hinchada y fea...Mi cuerpo no me deja descansar.
-Mujer, no digas eso...¡con lo vistosa que estás! Será cosa de la menopausia...
Pero mi prima estaba absorta en sus pensamientos y no me escuchó y siguió contándome un suceso pintoresco:
-Es que temo a las noches...Fíjate que este verano, nos fuimos mi marido y yo al pueblo. Era agosto y hacía un calor de miedo y yo le dije a Paco que debíamos dormir con la ventana abierta y con la puerta del corral de par en par para que la corriente del poco aire que hacía, nos refrescase algo. Paco, no quería:
“-Nena, las corrientes son malas hasta en verano...”
-Me estoy ahogando, Paco. Vamos a poner la cama en el centro, pegada a la ventana y seguro que me lo agradeces, cariño...
Paco - esto lo añado yo - que es más bueno que el pan e incapaz de contradecir nada de lo que ella le dice, trató de convencerla de que iban a coger un buen resfriado cuando la noche avanzase y, además, estar en una habitación de planta baja, con la ventana a ras de la calle, no era muy prudente.
-Aquí no pasa nunca nada, Paco, no seas miedica...¡Esto es un pueblo...!
Así que mi primo político, se tapó con la sábana después de empujar la cama hacia el centro de la habitación y de la ligera brisa y se debió dormir como un bendito...Mi prima también, pero a media noche se despertó sobrecogida por una gran presión que sentía sobre su cabeza como si llevase un sombrero de poca talla...Cada vez que quería moverse, notaba que una especie de dedos sobre la frente, se lo impedían. El susto - me decía- era difícil de contar con todo su dramatismo...El corazón se le hizo locomotora...La lengua se volvió lija...Con el rabillo del ojo trató de ver a su marido y lo poco que pudo distinguir fue... que no se había movido. Tenía la sábana por la cabeza y parecía que no respirase, él ¡dado a roncar alguna que otra vez hasta que los vecinos lo oían..!
-¡Dios mío...!- pensó mi prima- ¡Está muerto...!¡Inerte...! ¡Me lo han matado! ¡Pobre Paco, que no quería dormir así con la ventana abierta..!
Pero antes de ponerse a llorar y a gritar como una loca, muy de ella, decidió ser valiente, así que con su brazo izquierdo...¡zas...! Lo lanzó sobre su cabeza y aplastó aquella mano que la aprisionaba, sintiendo también ella encima el golpetazo de su puño, como de mazas, que casi la desmaya...
Mi prima Asunción puede ser cruel si quiere. Interrumpió su relato dejándome llena de curiosidad. Tomó un sorbo de café que estaba casi frío y me comentó que otro día iría a la Malvarrosa y que se contentaría con ver a Mariano Benlliure y familia.
-Se ha hecho tarde con lo mucho que hablas, hija, (¡encima de no dejarme ni respirar!) y además con este grano en mi posadera, parezco la torre de Pisa al sentarme...No daré este número en el tranvía...
-Pero...pero... ¿serás ...? ¿Me quieres contar quien era el asesino o el ladrón que entró por tu ventana?¿Qué pasó...? ¿Cómo acaba la historia...?
-¡Ah...no...! ¿Eso...? Nadie, no era nadie. Mi brazo derecho, que se me había dormido en esa mala postura y “lo cacé” antes de despertar a Paco ...Es que no lo notaba nada, nada...Tengo que poner remedio y tomar alguna que otra tila para dormir y que no se duerma ninguna parte de mi cuerpo antes que lo haga yo entera...