martes, 14 de febrero de 2012

SAN VALENTÍN




NO ME LO PUEDO CREER, AMOR



No me lo puedo creer, amor…
Cuando adivino ese ansia desbocada…
Cuando me llevas a la gloria de tu boca…
Cuando rendida, me sometes
y me abandono feliz vencida, rota,
anhelando la eternidad de tu caricia
y que me envuelvas en la calidez
que solo tus manos irradian,
muero por si estoy soñando, amor.

Cuando tu aliento abrasa mi espalda…
Cuando tus brazos me acogen y me abrigan…
Cuando eres un manto de seda,
corcel sin bridas que me arrastra
y me lleva en pos de ti sobre el lenar
donde sangra y se desgarra tu ternura,
temo despertar y no quiero, amor.

Cuando eres ruego humilde y oración…
Cuando tus labios musitan sin decir…
Cuando es suave la zarza y caricia el espino,
hielo que quema sin apagar la sed,
me da miedo ser espuma a la que el viento
mece y a su capricho eleva y domina
tan sutil, que desaparece y es nada…

Desvanezco y me siento morir, amor.

sábado, 4 de febrero de 2012

BUEN CONSEJO...CREO

Me ha dado una alegría muy grande encontrarme con una antigua compañera de trabajo. Nos apreciábamos. Era una buena profesional, colaboradora, prudente y que jamás se metía en nada que no le incumbiese. Al revés que yo...
Estuve en su jubilación y parecía mentira que se fuera porque aparentaba menos edad. Esta vez, cuando apenas han pasado tres años de aquello, la he encontrado con su habitual simpatía, pero estaba algo demacrada, ojerosa, con un gesto triste.
Degustando un cortadito de lo más reconfortante con el frío de estos días, nos hemos preguntado por nuestras cosas, por la vida ociosa -y no tanto- por añoranzas y al fin, de la belleza y la agudeza de nuestros nietos donde ahí no he cedido ni un ápice. Así se lo he dicho y he logrado que se riera: los míos, los mejores.
-Perdona...¿Te pasa algo? Te encuentro algo cambiada -le he preguntado sin más rodeos.
-Bueno. Ya sabes que enviudé -me ha dicho bajando la cabeza.
-Sí, claro. Fue antes de tu jubilación y estuvimos muchos en el funeral ¿no lo recuerdas?
-Claro que me acuerdo. Ya va a cumplirse el séptimo aniversario de aquello. Mi vida se quedó hundida del todo.
-Es que debe ser muy triste perder a una persona que se quiere y que aún era joven.
-Pues sí...De mis hijos, solo el pequeño sigue conmigo, sobre el papel, porque de los cuatro, es el soltero, pero se fue de Erasmus a Munich y puede que se quede por allí. Estoy sola.
-Vaya...-le he dicho mientras le ponía mi mano en la suya. -Ley de vida, amiga. Una pena sobre otra pero tú eres fuerte.
-Si, pero mi pena ahora, que no me deja respirar, ni dormir y que hoy es un milagro que pueda compartir con alguien es que...
-¿Qué...? -he querido saber pensando que debía padecer alguna dolencia incurable. Ya sabes que ahora hay remedio para casi todo.
-No sé si para esto... Es que...me he enamorado.
¡Ya estamos...! ¿Qué hacía yo, plañidera de bajo coste, metiéndome a dar consuelos gratuitos sin saber qué tipo de duelo era el que mantenía con unas ojeras como gafas de sol pintadas en la piel a mi antigua compañera?
-¡Anda...! -he dicho sin saber qué decir, pero ya no podía parar. -¿Y...cómo es eso?
-Estoy metida en menudo lío, Carmen. Salgo sin que mis hijos lo sepan con...¿Te acuerdas? ¡Y sin buscarlo...! Coincidimos en unos cuantos sitios, quiero creer que por casualidad y no sabes lo que siento desde entonces al volver a notarme atendida y considerada. Es un caballero que me está dando tiempo para pensar y ahora estoy en un apuro porque se está cansando de esperar.
-¿Y qué problemas tienes? ¿A ti te gusta?
-¿Que si me gusta? Yo creí que mi vida se había acabado y fíjate...¿Cómo puede pasarme esto a los sesenta y tres años ? ¿Cómo se lo digo a mis hijos? Es un hombre al que llevo cinco años, pero al que le gusto y noto que me quiere. Cambio cuando lo veo y me siento viva otra vez pero...¡qué vergüenza...! ¿Qué dirán en el pueblo? ¿Mis hermanas? ¡Y mi marido...! ¿Qué pensará en la otra vida mi difunto marido si me vuelvo a casar?
Vale. Si me lo ha contado, debo contestar lo que pienso.
-Pero...¿no erais agnósticos? Creo recordar que no creíais en nada del Más Allá...¿no?
-Si...
-Pues entonces, ¿dónde narices tiene el balcón celestial tu marido desde donde observarte y recriminarte algo tan legítimo como esto de volver a ser feliz, si él ya no está? Hasta sus cenizas las echasteis, creo recordar, por aguas de la playa en La Malvarrosa como él quería. Lo quisiste, le fuiste fiel...¿No están tus hijos felices en sus casas con sus respectivos cónyuges? ¿Vas a seguir queriendo a tus nietos igualmente y a ayudarles? ...Bla...bla...bla...
Me dio la impresión de que se le borraron las ojeras de repente, se empeñó en pagar ella el café con una cara de alegría totalmente renovada y no me compró un vestido porque no era el caso. El fin de semana próximo, la llamo.

Perlas del Segura