domingo, 24 de marzo de 2013


Carmen Sabater Arnaldos (13-3-2013)

Doy gracias a Dios por la fe que mis padres nos inculcaron a mis hermanos y a mí y así, que la tristeza cuando un ser querido se nos va,  tenga para los que poseemos este don, un horizonte de esperanza en la creencia de la resurrección de la carne. 

Es un alivio  pero,  en nuestras limitaciones humanas y a manera de oración, le digo al Todopoderoso que no lo entiendo del todo cuando la muerte llega en plena juventud a personas buenas, con hijos pequeños a los que cuidar y sembrando soledad y angustia a los que la querían. 

Pero enseguida acepto la voluntad divina porque la muerte como la vida; la alegría y la pena; la salud y la enfermedad, entran dentro de esa lotería en la que las personas están libres dentro de la creación con todos sus riesgos y ventajas. No somos marionetas del Creador y apuesto que Él también se entristece cuando alguien tiene que partir prematuramente.

Solo nos resta pedirle que se compadezca de nosotros y que nos ayude en el difícil camino que lleva hasta Él y que no decaigamos aunque sigamos sin comprender algunas cosas. Que  veamos lo efímero de nuestro paso por  este mundo. Que seamos cada vez mejores porque eso será un bagaje bueno para hacer ese camino y... al que le toca sufrir y al final morir, que le premie con el consuelo de su gloria y le permita velar por los que en la tierra lloren humanamente su ausencia, les proteja y les consuele. Eso, lo hará.

Vivir es el privilegio  de venir a este mundo pero implica tener que morir y aunque el don de la vida sea tan hermoso, por si no sale bien, y ese privilegio sea amargo y breve, hay que estar preparados. Y sobre todo repetirnos para no decaer: Creo en la resurrección de los muertos.


viernes, 1 de marzo de 2013

UN PUEBLO PRIVILEGIADO


He aquí lo que dicen de los escritores de Molina de Segura, mi pueblo


Mirar al cielo

La creatividad es una de las pocas cosas que pueden salvarnos
Rosa Montero26 FEB 2013 - 00:00 CET


Yo también pienso que el festejo de los Goya fue muy politizado: pero quienes lo politizaron fueron los comentaristas iracundos que se lanzaron al ataque al día siguiente. No entiendo su furia: a mí no me pareció que la gala fuera sectaria; creo que solo reflejó la lógica preocupación por unos dramas que, como el hipotecario, tienen sobrecogido a todo el país (recordemos que los votantes peperos y los socialistas muestran el mismo apoyo a la dación en pago: un 90%). Lo que más me apena es que la ira partidista sepulte una de las pocas cosas buenas que nos trajo el maldito 2012: un cine español estupendo. Más allá de las triunfantes Blancanieves y Lo imposible hay otras películas, como la tremenda Grupo 7, la ingeniosa El cuerpo, o esa maravilla que es El artista y la modelo, una obra maestra que, inexplicablemente, quedó sin premiar. Tanta calidad anima mucho, porque la creatividad es una de las pocas cosas que pueden salvarnos. La semana pasada fui a dar una charla a Molina de Segura (Murcia), una ciudad fabril y modesta de 70.000 vecinos, 7.000 en paro. Allí cayó en 1858 el meteorito más grande que jamás haya caído en España. Y resulta que en Molina de Segura se da una inesperada concentración de escritores de calidad, ganadores de prestigiosos premios nacionales; tan insólita abundancia hizo nacer la leyenda de que el meteorito aportó influjos artísticos, o, como dijo el periodista Massoti, unas elevadas dosis de radioescribidad. Ahora mismo hay allí 10 autores que conforman la Muy Noble y Muy Leal Orden del Gran Meteorito. Son, en fin, gente genial que le echa magia a la vida: contra la crisis, imaginación. Espero que el reciente pedrusco ruso y el asteroide que nos pasó rozando nos hayan dejado efluvios benéficos. O, por lo menos, que nos hagan levantar la cabeza y contemplar la vastedad del cielo, en vez de seguir siendo tan ciegos y mezquinos

Perlas del Segura