MERENGUES
Después de ver una serie donde salía una pastelería con dulces nunca vistos, se me antojó is a buscar un merengue de los que soy una incondicional. Era tarde y, si no me daba prisa, la confitería estaría cerrada en poco tiempo, pero casi pierdo la mascarilla de la prisa que me di.
La dependienta, encantadora, estaba echando el cierre bajando la persiana, pero me atendió con toda la amabilidad de la que doy fe. A veces soy obsesiva, lo confieso, pero también sé que soy reina en lo que a paciencia toca. Véase si tengo razón:
–¿Quiere el merengue natural o de sabores? –Me preguntó.
–Natural, gracias. La señora continuó: –Los hay de sabor café, fresa, limón, naranja...
–No, no...Natural, por favor.
–¿Lo quiere con un toque de gratinado?
– ¿Lo quiere pequeño, mediano grande...?
–Sin tostar, y sí...El más grande que haya. –Respondí.
–El más grande, XLL –me aclaró– tiene tres bases: de hojaldre, de bizcocho almendrado y de bizcocho simplemente.
–El más grande sobre la base que más le guste a usted.
Como es natural, salí triunfante con mi merengue, pero creí que me estaba tomando el pelo. Le tenía que haber dicho que en mi tierra, Murcia, se venden unos merengues encerrados en hojaldre en forma de tornillo que miden medio metro. No exagero. Los naturales de allí le llamamos cuernos, aunque a veces suene mal eso de preguntar al dependiente..."¿Le quedan a usted cuernos de los grandes? Así es.