Sufrido el soponcio del escaparate, Porcia se levantó a otro día temprano después de una noche de pesadillas en los que se veía gorda como un balón gigante; cogió el coche y fue hasta uno de los mejores establecimientos de ropa interior. La distinguida clientela pudo observar la cara de ansiedad en la muchacha apostada ante las cajas que contenían la solución a su sentido problema y cuando una de las dependientas se le acercó para atenderla, solo le faltó echarse a sus pies e implorar un milagro.
-Por favor- dijo al fin en un tono de voz apenas audible- deseo unos sujetadores que me levanten algo el pecho, que me hagan más redonda...más...
No terminó. La señorita que le iba a atender, sin pestañear, radió hacia el interior del vestidor:
-A ver, Micaela, busca y me traes un sostén de raso ochenta B con relleno, tirante cruzado sobre la espalda con corrector posicional de omóplatos y con aros de aluminio bajo la cazoleta...
-Oiga...-se animó ansiosa a continuar Porcia ante las dotes adivinatorias de la dependienta- y quiero probarme una fajita, porque...- aquí sintió la necesidad de justificarse – aunque no la necesito, me gusta ir un poco sujeta con algunos modelos de vestidos que ahora se usan...
De nuevo la vendedora, le echó una mirada de cintura para abajo y volvió a reclamar a la encargada de almacenaje sin un solo gesto de aseveración y sin mediar palabra con su ansiosa clienta.
-Micaela, busca también una faja sin pernera, con refuerzo delantero lycra doble en la zona peritoneal y las caderas, efecto elevador de glúteos y con ballenas naturales en zona lumbar y laterales de la cintura.
Porcia pensó en esos quirófanos que salen en las películas donde el cirujano, solo demanda y los ayudantes le van dando sin pedir explicaciones todo el instrumental necesario para lograr casi una obra de arte. O en los bares: “Dame dos de papas bravas, gambas al ajillo, media de chipirones...¡marchandooo!
Se sorprendió de la capacidad de aquella mujer para adivinar todo lo que quería, aunque se sintió algo molesta con esa serie de detalles que iba lanzando a su ayudante que cualquier persona podía oír de las que estaban presentes y como si necesitase tanto remedio. Solo tenía un poco abultado el vientre y algo caído el pecho. Solo eso, pero no estaba de más la vista perspicaz de una entendida profesional como la dependienta parecía.
- Seguro que va a comisión... -pensó ingratamente.
La delicada y coqueta fajita llena de entredoses y ballenas como contra fuerte y un sostén de raso con primorosos bordados en seda que tenía además un forro de espumilla para realzar el busto, llegó a sus ilusionadas manos. Una vez probado, el sujetador levantaba el pecho de una forma natural y juvenil, pero el contorno para la talla, desproporcionado según su apreciación, era tan estrecho que se marcaba en la espalda una especie de pliegue carnoso que le hizo dudar unos instantes.
-“Es de suponer que con un jersey discretamente holgado, ni se note esta incidencia. Además, me hace que vaya erguida...” - se dijo. Así y con todo, le pareció bien hacerlo notar a la dependienta rebuscando las palabras:
-Pues necesito además una espaldilla, señorita, una espaldilla sobre el tirante cruzado y hasta la cintura para evitar protuberancias carnosas...
Luego, le tocó el turno de prueba a la faja. Le apretaba algo más que el sujetador y tuvo que sufrir para subirla hasta donde debía. Parecía que su persona se fuera a partir en dos hemisferios del que salía perjudicado el inferior porque con la opresión de las ballenas en su ecuador, la cadera se agrandaba tanto en comparación con la cintura que la hacía parecer respecto a su hemisferio norte, parte de otro cuerpo, pero ella se encontró corregida, exuberante y se gustó.
-Puede...que si coge usted una talla cuarenta...-Se atrevió a decir la dependienta tímidamente con una desacertada psicología, perdiendo todos los méritos acumulados hasta entonces.
-¿Talla cuarenta?...¿Acaso me ha visto como una vaca?¡Soy la treinta y ocho ! Debe usted fijarse porque eso en su profesión es importante, señorita... -casi chilló.
Abandonó el establecimiento con todo puesto y con la ilusión de haber encontrado el remedio justo para enmendar la travesura cruel del tiempo jugando en su cambio anatómico. Ahora todo volvería a la normalidad porque...¿Iba a empezar su cuerpo a descomponerse en montones de carne aquí y allá sin orden ni concierto? Demasiado pronto como mamá había dicho ¿Le iba a crecer la barriga como a ella que desde joven contaba que sus fajas eran hechas siempre a medida porque no encontraba en los establecimientos del ramo nada que le valiera? No se parecían en absoluto. Ella salía a papá, el erguido, estirado y distinguido profesor en derecho romano, don Catón de la Torre.
Había dejado el coche en un aparcamiento algo alejado de aquella tienda y al paso por la acera de la avenida, volvió a mirarse en los escaparates que ejercían desde siempre aquel extraño atractivo para ella. Esta vez, era otra cosa. Volvía a ser la misma, con el pecho levantado, la espalda recta y el vientre plano como si lo hubieran planchado.
(continuará...)
24 comentarios:
Ahhh, Perlita, qué gusto que te hayas decidido a seguir deleitándonos con esta historia! Me encanta el tratamiento que le das, al contenido, al uso del lenguaje... caray pero qué tecnicismos más adecuados!!! ¿Qué puedo decirte? Hay una cosa que me ha llamado la atención; la existencia de esas dependientes profesionales que, desgraciadamente, escasean bastante. Dependientes que saben lo que necesitas con total precisión; cada vez los valoro más y cuando los encontramos, siempre hacemos el mismo comentario agradecido mi marido y yo.
Te mando muchos besos, queridísima amiga
Así me gusta, Perlita, que nos cuentes lo que va sucediendo.
Y genial este fragmento. Me imagino la angustia de la pobre Porcia ante la avalancha cárnica que se le viene encima. Y comparto con Hada Saltarina su apreciación acerca de las vendedoras especializadas. Hoy te vas al H&M y te lías de mala manera buscando tu talla... y tras una hora de cola en el probador... no te vale, y vuelta a salir...
Espero la siguiente entrega, a ver que le pasa a esta mujer.
Un beso, siempre.
Soledad.
JOSÉ IGNACIO, tengo que romper una lanza en favor de mi protagonista porque el paso del tiempo, hace que muchas busquemos remedios prontos y eficaces, así que la entiendo...
Un abrazo.
Querida Hada, como no creo que los conozcas, hay por aquí una tienda muy acreditada de lencería, en pleno centro de Valencia, donde hay que sacar número de turno. Eso da idea de la cantidad de clientela que tiene y las dependientas, parece que hayan estudiado el oficio en alguna facultad universitaria especializada en ropa interior. Palpan de aquí y de allá y aciertan siempre, pero...¡¡qué antipáticas!!O sea, que lo que no va en lágrimas, va en suspiros y por no preguntarles si tienen úlcera oalgo así, mejor no ir si la necesidad no apremia. Puede que allí tuviera mi fuente de inspiración...
Gracias,amiga...Quiero enviarte unas fotos curiosas.
Besos.
SOLEDAD, vamos a ver si no os cansáis antes porque me temo que tengo para dos entradas más en el blog. Deseo que os guste y admito, de corazón,críticas.
¿Dependientas antipáticas? ¡Lo has notado?. Ya le digo a Hada, lo que se encuentra en la tienda corsetera principal de por aquí...Una desgracia, con lo poco que cuesta esbozar una sonrisa y ser amable.
Muchos besos...
olá Perlita!
o blog ficou fora do ar semana
passada. Precisei resolver algumas
coisas. Voltar e receber sua
mensagem é muito importante pra
mim.Vamos fechar as feridas e
seguir em frente. A vida tem que
continuar...
UN ABRAZO
Con la corsetería hemos topado!!!
Ay, esas carnes que no quieren continuar en su sitio, sino más bien quieren derrapar de una manera tremebunda...
Pobre Porcia, con lo bien que le hiría una intervención de cirugía estética...Ja,ja,ja
Me he reído mucho Perlita, lo peor será cuando Porcia llegue a casa y tenga que despojarse de esos encorsetamientos y la carne vuelva al mismo lugar de inicio.
Un fuerte abrazo, espero continuación:)
Disculpa la "h" que le he regalado al verbo ir!
Me he dado cuenta después de colgar el comentario!
Es un lapsus que he tenido, ja,ja,ja
Besos:)
Porcia es víctima de sus padres primero y ahora de las modas. Esas dependientas son un hallazgo y si fueran simpáticas ni te cuento, pero me temo que cuando Porcia se libere de la prisión de entredoses y ballenas, se deprimirá de nuevo.
Nunca he podido con las fajas, así que cuando me ido poniendo pelín fondona, he ido adaptando mi vestuario a mis redondeces.
Espero con impaciencia el resto. Un relato con mucha sabiduría y gracia, Perlita.
Espero la segunda parte, niña... estupendo.
por cierto, ¡llegarón bien tus hijos y nietos?
un besazo
KAROLINA,presiento que eres una mujer muy fuerte y eso es algo muy bueno para seguir ADELANTE.
Te deseo lo mejor y seguiré lo que quieras decirnos porque me encanta visitarte.
Muy bien lo de "abrazos". Aprenderemos, ya verás.
Besos.
Muchos
Karolina, me alegro de saber que ya estás mejor. El tiempo todo lo cura, amiga.
Al coger un ordenador que no era el mío, me sorprendió el seudónomo de CRITICÖN, pero también es míoel comentario.
besos.
Querida Sibyla...¡es para reirse! Una pena que esas cirugías sean tan caras porque hay gente que se ve gorda aunque no lo esté y se meten en cada corsé...
Ya pondré el final...
Besos.
TESA:
Me acuerdo de una frase de Massiel que decía que prefería "ajamonarse" que "amojamarse"... Yo digo que nunca dijeron...¡hermosos huesos! pero sí: ¡hermosas carnes!
Quien no se consuela es porque no quiere. Eso de "fondona" se dice mucho por mi tierra, Murcia.
Muchos besos.
Mº ANGELES, lo que tienes que esperar es la tercera parte y sí,llegaron bien pero después de cinco horazas de viaje por culpa del mal tiempo. Una locura.
Gracias guapa por tu interés...
HOLA PERLA¡¡ GRACIAS POR TU VISITA, Y CON GUSTO TE AGREGO A MI BLOG ASI NOS LEEMOS¡¡¡
UN BESO GRANDE DESDE MI ARGENTINA¡¡¡
¡HOLA Silvia! Encantada de verte por aquí...¡Argentina es mi sueño dorado! Algún día ire si Dios quiere.
Un fuerte abrazo.
Acabo de ponerme al día. ¡Esto es buenísimo! Estoy ansiosa por leer la tercera parte.
Por cierto, las dependientas de las mercerías no son de este mundo. ¿Cómo consiguen con una sola mirada saber qué quieres y qué necesitas? Son las mujeres más sabias del mundo y punto.
Enhorabuena por el relato. Es magnífico.
Porcia tiene un problema, eso seguro. Porque disgustarse porque le propongan una talla 40... En fin, espero que las cosas no le vayan mal en el futuro. Quedo pendiente de la continuación. Besitos.
hola amiga en mi blog coloque la respuesta a tu inquetud, es cruel pero es la realidad, te envio millones de besos, tu amigo por siempre...Victor Rocco.
Qué relato tan ameno y divertido, con una narrativa visual hasta el extremo de darle forma y reforma a la señorita Catón con un sostén y apretada faja, ante los ojos, de los que atónitos leemos a su fondoncita y simpática heroína en un cambiador expuesto y sin cortina.
En nuestros días, demasiados Porcios se miran al espejo, queriendo reflejar una miss o míster universo, de planetas color rosa y amarillos.
Fantasías de los que ignoran, que el verbo y simpatía, son el más decisivo atractivo para el humano cuarentón, así como en la Roma de Catón lo fueron, la retórica elocuente de Tarso o Cicerón.
Este segundo texto, bien diferente del primero (genial por cierto) donde en unas cuantas líneas y sutiles pinceladas, retrató un tipo de familia, relación madre-hija, una época y prejuicios.
Excelente ejercicio de escritura, del que soy gustoso de aprender y relamer en la lectura.
Suyo mi señora quedo, Z+-----
Lo bueno de la escritura propia es hacer del o de la protagonista lo que uno quisiera que sea. a veces sirve a concretar los sueños propios que la vida real se encarga de hacer añicos.
un abrazo y gracias por pasar por mi blog y dejar tu huella.
¡Hola Estátua! Te echaba de menos...¿De verdad que no te has encontrado anadie conmo esas dependientas de la corsetería? Yo las tengo y además, hablan a gritos...Una gloria de discrección...
Besitos.
Señor de la Vega, gracias mil por su crítica. No sé si se lo propone, pero acaba usted siempre rimando y me divierte.
La pena de mi relato es que temo aburrir porque me salió algo extenso. Las presentaciones en las historias, siempre se me dieron mejor que los desarrollos...Ya aprenderé, lo prometo.
Fuerte abrazo.
Nestor: Desde luego que sí. Nuestros protagonistas son,eso, nuestros y hacemos con ellos lo que nos place. En algunos, "robamos" pedazos de historia a la que nuestra imaginación da forma y les hacemos vivir alguna de nuestras experiencias. En este caso, no me encuentro identificada con Porcia porque me casé pronto, con quien me apetecía y quería y, nunca he tenido complejo de gorda aunque te confesaré, que sí he sentido la mortificación de alguna ligadura en la piel como cuando nos empeñábamos en tener la cinturita de Marilyn Monroe..¡Cosas!
Fuerte abrazo.
Victor...No sé qué decirte, amigo...Ten mucho ánimo y verás cómo vences. Eres persona de de fé y todo lo acabarás superando.
Un beso muy fuerte.
Isabel...¡anda que con una talla 44! Las hay que no están nunca contentas...
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