lunes, 22 de enero de 2018

DOLOR


Dice mi hijo que el dolor anímico, el sufrimiento, es como una gota de aceite sobre la superficie del agua. Allí está: compacta y dominante. Si te propones que se diluya y la agitas, la gota  se divide en otras muchas más pequeñas que a veces parece que vayan a perderse abrazándose aquí y allá en el imaginario recipiente que contiene el agua  para camuflarse en la claridad de ella.  Se mueven en el grasiento baile para hacernos creer que han menguado y con ellas el sufrimiento simplificado con  la emulsión.


Basta con dejar reposar la mezcla y el aceite va poco a poco buscando de nuevo su primitiva situación de gota grande y espesa. El dolor solo estaba diluido y parecía menor.  

Perlas del Segura