con olor a jabón y espuma…
Tirabuzones de seda
acariciando los hombros…
Sobre el mapa,
sueños en rizos dibujados.
¡Ay, quien pudiera visitar
tantos mundos!
Viajar en los ríos de azules
pintados…
navegar por los mares
sin brújulas, ni barcos
jugando a ser marineros
con alpargatas de esparto,
que en las huertas, no hay
lujos,
si no es el sol dorando la
despensa
que duerme en los surcos.
Libros de lecturas
en la estantería revuelta y
amontonada;
fábulas con moraleja;
juegos de la rueda-rueda
y zapaticos viejos sobre la
rayuela.
¡Qué galopen los niños
en sus caballos de escobas
viejas
y, con espadas de madera,
ganen en todas las guerras
luchando por cromos de
héroes,
canicas de luces,
muñecas de barro,
golosinas de feria…!
Blusa de los domingos para
ir a la escuela.
Y la maestra, incansable,
gira y pasa las hojas de
libros manoseados
herencia de herencias…
testamento de muchos que ya
los usaron.
Espera, canta y repite…
Escarba, planta y riega
con la magia de su palabra
el porvenir de su siembra.
¡Qué seria y solemne parece
la maestra!
Corazón en vigía sin
descanso ni treguas
esperando los nuevos futuros
llenos de buenas cosechas.