miércoles, 23 de febrero de 2011

RECORDATORIO

Es justo que recuerde a Caronte, el hermoso caballo frisón de mi hija menor, que era como un gran peluche de terciopelo con corazón de azúcar. Todavía no ha encontrado a ninguno que fuera tan paciente con los niños de los amigos, ni tan guapo y bueno que lo sustituya en su recuerdo...


miércoles, 16 de febrero de 2011

OPTIMISMO


¿Para qué el pesimismo? Que sí, que sí...Como dice un joven seguidor, esto hay que echarlo a la espalda y si es posible, ayudar y animar a los que más necesitados están, con optimismo. Recordemos a mi amigo aquel de unas cuantas entradas más abajo que como Zorba el Griego, se marcaba un bailongo (en aquel caso era un precioso sirtaki o como se escriba, que mi estancia por allá no me dio para mucho) o cantaba a todo pulmón un aria de La Traviata con su letra italiana particular y así se animaba en su ocio forzoso por culpa del paro. Nada, nada: hay que tener alegría y rebuscarla por donde se pueda..

Pues tengo una anécdota graciosa. Resulta que mi amiga Susan, americana, pero que lleva en Madrid con su esposo español toda una vida, ha viajado recientemente a su país. No le tocaba, porque tiene sus fechas elegidas y claves, pero esta vez el motivo para ir hasta allá era que tenía que acompañar a su madre de noventa y dos años de edad a renovarse...¡el carnet de conducir!

Lo bueno es que la señora superó con éxito todas las pruebas y puede seguir conduciendo cosa que le encanta. Desde aquí la felicito con todo cariño. Claro, no hay dicha completa y contaba la pena que sentía porque a su mejor amiga de noventa y seis años se lo denegaron y creo que tenía un malhumor, la pobre... Una injusticia, seguro.

¡Ay...! Yo quiero renovar todos mis carnets a esa edad... Que mi marido, mis hijos y mis nietos (y todos los que estáis por ahí ) me acompañen y nos bebamos una copa de champán para celebrarlo aunque estemos cada cual por nuestro lado.

viernes, 4 de febrero de 2011

CAMINO DE LA DESESPERANZA

He estado en el célebre mercadillo de Majadahonda donde se puede encontrar de todo. Hasta hace unos meses, aun se tenía que andar dando codazos por algunas zonas para abrirte paso entre la cantidad de gente que aparece por allí desde muchos puntos de Madrid. El martes, sentí pena. El vendedor de abalorios hablaba quedamente con el señor que ofrece en su puesto unas prendas de piel auténtica preciosas y a buen precio.
-Esto se hunde, amigo...No vendo un euro...-Decía el segundo
-Pues yo, ni el latón que llevo por joyas puedo "echar" fuera. A ver qué le cuento a mi "parienta".

Recordé la triste y preciosa letra de esta canción.

Perlas del Segura