martes, 18 de diciembre de 2012

CREO EN QUE, LO DE AÑO NUEVO, VIDA NUEVA ES…


CIERTO. Y no porque se disponga una a quitarse de encima esos kilos acusadores de que se comió algo más de la cuenta. O a ser más bueno. O saludar, reincidente, al tipo ese del quinto que jamás ha correspondido a tu saludo de cortesía. O evitar que ese genio plumífero se nos suba hasta ocasionarnos una subida de colesterol o similar. O…

El año nuevo, contradicciones de la vida, nos trae una vida nueva porque nuestro organismo será más viejo y entonces, puede que yo ya no haga los largos de piscina que me hacía cada dos días, porque me cansaré antes. Evitaré mi genio plumífero, ese que se eleva sin que me lo proponga, porque cada vez  veo más inútil enfadarse por algo que no vale la pena y es cierto que sienta mal. Ya no iré a Pilates porque está claro que no llevo bien acompasada la respiración a los movimientos y el resultado es como que NULO (además, estoy lejos de parecerme a mi profesora que es un tipazo) Y haré más de todo aquello que me gusta y que dejo para otro día porque “me sale” algo que creo más urgente. Voy a terminar mi novela “Con el portátil a cuestas” porque me río con ella y ya toca, que a este paso, no voy a casar nunca a la protagonista. Iré, con mi edad a cuestas también, representando el papel cómico de Lola en mi obra teatral “Campanillas” porque me encanta ver a la gente cómo se ríe y lo pasa bien. Y haré otras muchas cosas en mi vida nueva de persona algo más vieja en este año, porque tengo ánimo, salud y ya veremos cómo estoy con otros años nuevos y vidas nuevas.





OS FELICITO DE CORAZÓN DESDE ESTAS LÍNEAS y no enviaré postales porque me niego  a cabrear a los carteros con un trabajo extra y además, así no tengo que experimentar la sensación de lengua pastosa que se me queda después de dejar parte de mi saliva en cada sello.
Os deseo lo mejor por este medio y que seáis muy felices. Que se cumplan vuestras esperanzas lo mismo a los de mi afinidad ideológica, como a los que no lo son. Todos somos buenos y entonces, con lo que está cayendo, debemos desearnos una salud física y psíquica —lo que ya es más difícil como  D. Mariano no cambie y acierte con la forma de pensar y actuar— y de aquí mi DESEO también de que vuestros cabreos se reduzcan lo más posible para lograr esa meta. DESEO, que la cárcel se llene de corruptos que medran por ahí escondidos en estamentos oficiales. Que la prima de riesgo se quede en los…20 puntos, por ejemplo. EN FIN,  esas cosillas que estoy segura que nos alegrarían la VIDA NUEVA de este AÑO NUEVO.

Así se lo pediré al Niño Dios que está a punto de  nacer, para lo que buscaré la influyente recomendación (para estar en onda con esto de las recomendaciones) de los Reyes Magos, excluyendo al tal Noel, que no sé qué pinta en esta fiesta y que creo que, en realidad, viene de Alemania. 

 

ASÍ SEA.



domingo, 21 de octubre de 2012

SÍNDROME DE LA HIJA MAYOR



Lo mío no es ponerme transcendente, pero me ha dado qué pensar la conversación de dos señoras conocidas mías que se quejaban —y una de ellas amargamente—porque su hija mayor no  toleraba en ningún momento lo que a ella le parecía que hacía mal su progenitora. Si hablaba algo más alto que de costumbre…-“Mamá, estás chillando”. Si estornudaba, -“Mamá, procura no estornudar cerca de los niños” Eso, cuando la mujer se ponía la mano delante de la boca en gesto inequívoco de buena educación. Amén de repetirle sin que la madre lo esperase: “Pero mamá…¿Qué tontería estás diciendo…?” Así y en muchas ocasiones, hacer callar a la madre sin venir a cuento haciendo que ésta acabara cortándose para terminar  guardando un silencio incómodo y hasta humillante por miedo a que la hija siguiera con aquellas observaciones en muchos casos, lacerantes.
La otra mujer, se quejaba de que le ocurría algo parecido. Cuando fue a visitar a su hija a cierto país europeo, fueron algunas vecinas a saludarla a ella y a su marido sabedoras de su llegada. Esta señora habla un inglés aceptable y llevó una conversación fluida con las amables vecinas intercambiando unas y otras historias y anécdotas acaecidas en el tiempo de ausencia. Les agradeció el dulce con que la obsequiaron y así acabó la visita. Mi conocida quedó muy agradecida con el detalle y lo quiso compartir con su hija a lo que ésta respondió:
—Pues tienen mérito porque no sé cómo han aguantado tu rollo. ¿Te dabas cuenta mamá, que hablabas tú más que ellas con tu inglés de pacotilla? Eres bastante pesada.
Contó que ya ni probó el dulce…
—Síndrome de hija mayor, —le dijo un psicólogo.
 A la hija mayor se le hace enseguida responsable del hermano/a siguiente, aunque sea para ponerle el chupete al neófito porque se le ha caído. Aprende pronto a no llorar cuando tropieza y se le invita a que se levante ella sola porque “es una niña mayor”. Come sin ayuda. Se le enseña a que ha de dar ejemplo y ser responsable recogiendo su habitación, ordenando sus cosas, bañarse o ducharse sola y hacer que poco a poco sus hermanos cumplan eso que a ella le aconsejan o casi le imponen en su educación. Ha de ser un ejemplo como hermana mayor aun cuando todavía agradecería unos brazos maternos para acunarla. Se quedó muy pronto sin la dulzura de ser “bebé” y lo curioso es que esa niña se siente satisfecha de su papel y esa “satisfacción” ya no la va a abandonar nunca…
¿Qué ocurre después? Pues que la figura de la madre se merma para ella. La autosuficiencia  va a ser su bandera y los “tropiezos” entre las dos, se van a dar con frecuencia. Ni se da cuenta. Su madre es ahora como una hija para ella y con frecuencia le quita la razón, discute y sin que se le proponga, llega hasta humillarla.
No es una actitud premeditada, pero ahí queda. Atrás quedaron las malas noches de la madre a los pies de su cama en las fiebres. El orgullo  para presentarla como modelo de hijas y, si encima era alumna escolar destacada y así se presentaba a quien quisiera oír, eso es algo que la hija  olvidó.
 Ya no verá en su madre más que a otra hermana (impositora) y en el trato de igual a igual, tratará de disminuir  los méritos de aquella aunque los reconozca y sean palpables y hasta el  envejecimiento materno con sus consecuencias, le molesta. La madre no tiene derecho a ser más sensible ni vulnerable y en esa visión, hace daño con su actitud.
Curiosamente, con el padre, no pasa nada parecido. Y hay excepciones, claro.

lunes, 9 de julio de 2012

¡¡FELICES VACACIONES!!

Con este poema que hice para ser recitado  en su "cole" al acabar el curso por mi nieta Laura y a la que acompañaron en "el estribillo" del final sus condiscípulos, os dejo temporalmente. Se lo pasaron bien...
¡¡Muchos besos y un feliz verano...!! Os leeré de vez en cuando...


PAJARITO INGLÉS

Un pajarito inglés
vino a buscar a su primo:
Un gorrión español elegante,
con plumas en tinte dorado,
cantautor fino y cortés,
¡con jilguero emparentado!
y que sabía decir: “¡Oh, yes…!”

Un bombín como sombrero.
Un chaleco abotonado.
Una elegante levita
sobre pantalón rayado
y un paraguas en las alas
fue lo que trajo el inglés.
Y  el español complacido,
viendo al pariente  elegante,
le dedicó  un  cumplido: “¡Oh, yes…!”

Y después, acto seguido,
vino la invitación a suculenta comida:
Entrantes de fina hormiga
con  alas de moscardón.
Arroz rojo de la Albufera.
 Patitas de ciempiés
 -un “especial gorrión”-
al gusto del primo inglés,
y al verlo tan satisfecho
se lo repitió otra vez: -¡Oh,yes…!

Antes de partir volando
dijo el gorrión viajero
en español, chapurreando:
-“Querido… cousin,
Pleased… por tu acogida,
These days… han sido
los mejores   de  mi vida.
Y por eso… next year
por tu Navidad, o sea, mi… Christmas
Ven y trae tú el menú
Que es…¡ very good tu comida…!

Y aunque bien no lo decía
y regular se explicaba,
el español entendía
que era bueno lo que hablaba.
Y como era elegante,
con jilguero emparentado,
plumas en tinte dorado
cantautor, fino y cortés,
le dijo… lo que sabía: -“¡Oh, yes…!”

sábado, 16 de junio de 2012

ANÓNIMOS

Procuro no hablar en mi blog de política. Tampoco entiendo demasiado y menos en estos tiempos que corren. Cada cual que piense como quiera pero aunque se diga, nadie es totalmente apolítico y en el interior hay algo que se revuelve para bien o para mal cuando afloran ideas distintas a las nuestras y defendidas con mayor o menor vehemencia. Por eso...¿para qué nombrar a políticos de turno, a los pasados y a los que podrían haber sido, con el calentón suficiente para que al final nos molestemos mutuamente porque no pensamos igual?
Tengo muchas personas  en estas entradas blogueras a los que he llegado a querer y admirar aunque no los conozca personalmente. Como lo digo. A través de lo que escriben, de sus obras, de sus relatos, imaginación y ocurrencias, en suma, por su valía, es como si los tuviera delante con su ficha psicológica en la mano y sus caras amigas.  Les he contado en correos personales algunas preocupaciones, penas, alegrías, proyectos y todo eso con plena confianza y ellas a mí también. Algunas están en mis antípodas porque sus pensamientos y los míos en orden religioso o en los políticos son como palomas con vuelos distintos hacia el norte y al sur, pero pensando como piensen libremente son sobre todo, buenas personas. Siempre digo que Dios no mide con las medidas humanas y para Él no hay descalificaciones...¿Quién es bueno y quién malo? ¿Quiénes somos para juzgar a nadie por lo que piensa? ¿Les vamos a obligar a que tomen la histórica cicuta por no tener nuestras ideas?
Hay personas que se dicen agnósticas y lo son y que prestan servicios muy loables en nuestra sociedad tan necesitada (ahora más que nunca) entre chicos de familias desestructuradas o entre  personas que se abandonan en una corriente suicida hacia al abismo y hay que abriles los ojos para que no se despeñen. Hay por otro lado creyentes que se miran los pies y silban ante la visión de alguna calamidad como si no fuera con ellos. De todo hay en todos los signos y creencias.
Una vez hablé aquí sobre el aborto por una penosa anécdota de la que fui testigo, con final feliz, y hubo opiniones de todos los colores pero siempre dadas desde el respeto y la educación. Ahí conocí a mucha clase de gente con las que sigo en contacto y muy a gusto.
Mi entrada anterior, MARÍA, solo pretendía subrayar una situación de la que todos somos testigos. No soy una "santurrona" ni mis seguidores sois unos santurrones, ni "fachas" ni nada parecido; pero mira por dónde me dicen por mail que lo soy y todos los que me habéis dejado vuestro testimonio. Me trae sin cuidado, la verdad. Lo que sí me molesta es la penosa falta de educación, el insulto por el insulto, la indecencia  de las palabras soeces y la solemne cobardía del que se ampara en el anonimato.   

jueves, 17 de mayo de 2012

MARÍA

                                                                 



María es una viejecita de mirada dulce que pide limosna cerca de la puerta principal de la Basílica de Los Desamparados en Valencia. Lleva mucho cuidado de no “pordiosear” —como ella dice– en la misma puerta, porque está feo que los turistas vean  la miseria que hay por España. Chapeau por María.
—Hay miseria en todos sitios, María—le dije—esto es muy penoso.
El otro día me senté en los escalones de La Fuente del Turia con ella mientras la veía mordisquear con la boca inclinada, como de lado, (porque le faltan los dientes de arriba) un hermoso  bocadillo  que alguien le había comprado. Le miré los pies y vi que llevaba  puestas las mismas sandalias descubiertas del  invierno pero ahora, sin el grueso calcetín que le aliviaba el frío y entonces le he observado los dedos en martillo, hechos un gancho y con una uñas montadas las unas sobre las otras, que no sé si existe  alguien muy habilidoso  que supiera poner orden en esos pies.
—¿Por qué no se compra en la farmacia esos tubos de silicona en vez de las tiritas que lleva puestas para proteger los dedos, María? —pregunté inocente.
—Porque valen “dose” euros, cariño. Ya me apaño con los “esparatrapos” y las tiritas. Eso de los tubos es cosa para ricos.
—¿No tiene usted ninguna paga para no tener que estar aquí hasta tan tarde?
 Me contó su historia detalladamente entre el rasgueo de su pronunciación y el seseo de su Córdoba natal.
—Siii…Tengo una paga no contributiva. Yo, después de estar arreglando pescado en el puerto con mi hija a cuestas y helada de frío, nadie me aseguró. Ya ve.
Pide limosna porque su hija le salió algo pendonilla, en boca de ella, de su madre, y abandonó tiempo atrás al marido con un pequeñín de dos años, hasta que ha vuelto arrepentida y con ganas de estar con su hijo.
—¿Qué ha hecho su yerno?
—Pues perdonarla, porque ¿qué otra mujer iba a estar con él si no tiene trabajo? ( Eso es quitar mérito al arrepentimiento filial y lo demás es tontería) Además, mi hija es buena, solo que tonta ¿sabe? Se fió del hombre que se la llevó y que no quería al niño y eso ella no era lo que esperaba. Es buena madre. Antes, iba a una casa a limpiar pero ahora, no “le sale ná” para hacerlo y mientras, pues yo pido para mi nieto que toma aún papillas. Mi paga da para luz, agua, basura y poco más pero somos cuatro bocas. A medio día, vamos a La Fonteta de San Luis que no nos conoce nadie y una monja que va vestida “de mujer” nos pone de comer todo lo que queremos y muy bueno y yo además, con disimulo, cojo algo más de pan o fruta que están sin tocar en las mesas y me lo llevo para la “sena”  que de noche nos apañamos con poco y muy bien.
Se levantó como una exhalación después de pedirme perdón porque otro pobre le iba a quitar el sitio donde ella alargaba su flaca mano. Era su puesto de trabajo.
—“Usté” me perdone, cariño, pero es que estos “sinvergüensas” que piden para beber vino, me revientan. Ahí en ese puesto ya me “conosen” ustedes. Hay que ser serios y me gusta la formalidad.
Efectivamente, un hombre que había llegado andando con toda normalidad empujando un desvencijado carrito para inválidos, lo había colocado donde creyó más conveniente y se había sentado en él cambiando el gesto de su rostro por otro, el  más triste que pudo poner.  Logró echarlo y eso que la veo tan poquita cosa... tan paciente…Sobre todo, la formalidad en el "trabajo" y muy penoso por cierto. Que Dios le ayude y lo de los tubos para los dedos de los pies corre de mi cuenta...



(María…no se llama María, claro)

jueves, 19 de abril de 2012

CON EL PORTÁTIL A CUESTAS ( Continuación...)


Mi querida Ana:


Han pasado cuatro días desde el episodio de los dulces y parece que todo se había calmado algo. Lo de que hubiese ladrones se quedó olvidado y también que existieran ratones selectivos para escoger los mejores dulces, pero mira por donde esta vez mi  amiga Sor Elena, se ha pasado hasta las antípodas.
Cuando me he levantado, la he visto sentada en el pequeño saloncito de recibir las visitas totalmente desencajada. Descompuesta. Se había echado la toca para atrás y estaba despatarrada, amarillenta verdosa, sudando, con una pose nada académica, enseñando buena parte de su muslada generosa mientras Sor Nieves y otra hermana, Sor Teodosia, la abanicaban con sendos cartones cada una sin lograr una visible recuperación mientras esta sor última bajaba el dedo pulgar hacia el suelo, puesta en emperador romano haciendo gala de su nombre, dándome a entender lo mal que estaba la pobre. Solo le faltaba decir “¡iúgula! y sentenciarla.
—Fíjate, hija —me ha dicho Sor Nieves—. Se nos ha puesto muy malita en la capilla. Ha vomitado dos o tres veces y yo creo que tiene “tocada” la vesícula.
¡Qué buena la monja…! ¿La vesícula tocada? ¡Ja…! La tiene que tener hecha una pandereta, golpeada y hasta machacada. Al oír esto y percatándose de mi presencia,  Sor Elena ha hecho ademán de cogerme la mano mientras me miraba con ojos vidriosos de moribunda para balbucear algo así de extraño:
—Nino eves…agg…paded. Mudoh piros ari an…¡E erooo, agg! Uca aass…¡¡Onto, onto e nino eechooo, oreee!!
¡Pobrecita y qué delirio, la pobre…! –ha dicho compasiva una de las abanicadoras.
¿Pobrecita? A mí no me la daba mi amiga la muy gorda y ahora casi agonizante Sor Elena. Lo tenía merecido y me he sorprendido no sintiendo ninguna lástima por ella y aunque  me ha costado entender lo que decía con sus pocas fuerzas, lo he descifrado enseguida y la verdad Anita, es que me he hecho la loca porque se merecía lo que le estaba pasando y no he aceptado su mano. La traducción la tuve clara: —“El Niño está del revés mirando a la pared. He comido muchos “Suspiros de Cary Crant”. ¡Me muero, aggg! (esto último se entendía muy bien). Nunca más…¡¡Pronto, pronto, pon el Niño al derechooo, correee!! “
–Pues, sí que está malita…Parece que delira —he respondido cínicamente al comentario de la monja y como si no entendiera  a la casi difunta.
 Pero no me he movido ni un ápice, hermana. ¿Tú crees que se puede reincidir en semejante falta? No sé cómo no se ha hecho diabética. Me miró con angustia mientras se la llevaban a su camastro a ver si así en horizontal se mejoraba, pero al final, han tenido que llevarla al hospital en una ambulancia porque se estaba tornando azul de tanto vomitar. Sin oxígeno, la muy glotona, con la nariz de color púrpura y los labios sin forma entre amarillos y morados. Ese momento -débil de mí- es el que yo he aprovechado para darme una vuelta por la hornacina de San Antonio y ver el triste espectáculo que formaban él y el pobrecito del inocente Jesús, como antiguos escolares  castigados cara a la pared…¡Imperdonable! El Niño, con restos de merengue rosado por su pequeña túnica. Encima, eso. ¿Qué hacer? He frotado la tela con un paño humedecido para limpiar los rastros condenatorios y los he colocado bien de nuevo a los dos pero con el firme propósito de obligar a mi amiga a una pronta confesión a la superiora en el mismo momento que regrese del hospital. En cuanto a los suspiros de Cary Grant …¡qué bruta! No había modo de tapar los huecos porque se había zampado toda una bandeja.
He decidido hacer la maleta y en cuando ella vuelva, marcharme. No me gusta ser cómplice de lo que no está bien y además, es que ya ha  pasado un tiempo prudente para que reemprenda mi camino después de lo bien que he estado en esta casa. Me va a dar mucha pena, la verdad, pero yo creo que no es mi sitio aunque aquí haya empezado a reencontrarme y a mitigar algunas de mis obsesivas angustias...

sábado, 14 de abril de 2012

Con el portátil a cuestas

Os dejo un fragmento de mi libro "Con el portátil a cuestas" Estoy que me falta nada para acabarlo y me he "engandulado" aunque ya tengo el desenlace más o menos previsto. ¿Recordáis cuando mi viajera mató de una pedrada a la cabra en una casa rural tratando de callar a un  gallo cantarín? Aún me duele y voy a ver si  resucito al animal más adelante. Pues mi protagonista todavía anda por ahí y fue acogida en su deambular por parte de unas monjas en un convento acabado de habitar en Morella...


            MISTERIOS EN EL CONVENTO

Hermana mía:
            Esta mañana al volver de dar un paseo tempranero por la iglesia de San Françes, me he encontrado sumergida en la casa convento dentro de un ambiente muy tirante. Todas las Hermanas estaban nerviosas y algunas hasta me han demostrado que tenían miedo. Resulta que esta pasada noche, las más madrugadoras, han podido oír ruidos extraños y para más intriga, San Antonio estaba vuelto del revés mirando a la pared en su pequeño altar y…¡faltaban dulces en la cocina!
            Fuerte misterio, Anita, porque como yo he salido temprano y rápidamente, no me he percatado  de nada. La superiora, puesta en detective y algo descortés por cierto, me ha hecho unas preguntas sobre mis creencias religiosas.
—¿Siente usted algún resentimiento contra el Santo, hija mía?
—¿Por qué, Madre, si ve cómo rezo con ustedes los maitines, laudes y todo lo que se tiene que rezar?
    —No sé…Yo soy consciente de que su novio la ha dejado por otra chica y eso puede prestarse a que tenga usted alguna desavenencia con nuestro San Antonio, preocupado siempre para que cada cual encuentre a su pareja y que le acompañe en santo matrimonio toda la vida, pero puede que no haya llegado su momento y él dispusiera que ese muchacho se fijase en otra. No debe guardarle rencor por eso porque faltaría usted injustamente a la manera de obrar del Santo.
¿Qué no ha llegado mi momento aún? ¿Otra muchacha? Llegó una fresca y se embobó el muy tontaina… ¡Vaya con la monja…! ¿Así de enterado está el patrón de los noviazgos para traer ante Luis a una sinvergüenza? No he dicho nada por pena. ¡Pobre mujer! He reaccionado bien y conteniéndome el genio ante la justificación que ha hecho de San Antonio con mi desgracia. Se merecía lo que le ha ocurrido y por mí, no lo habría devuelto cara al público.
—Madre, yo nunca me atrevería a poner al Santo castigado cara a la pared –le he dicho muy sumisa—. Yo no he sido y tampoco he oído nada que pudiera alarmarme cuando he salido y con la oscuridad, ni me he fijado cómo estaba colocado, ni tampoco sé nada de la merma de los dulces.
—Y ¿no ha desayunado bien antes de salir? ¿No ha tomado nada de alimento?
Estaba claro que la buena señora se estaba figurando que me había atiborrado a comer antes de ir a mi excursión. Eso me ha molestado mucho; más que lo anterior porque además, Sor Nieves y otra de las monjitas me estaban mirando como si fueran componentes del juicio final. Al fin y al cabo yo no soy una de ellas. Soy una intrusa a la que tienen alojada  por caridad, pero que ayuda para compensar en lo que puedo. Está claro que si tienen que dudar de alguien ¿de quién iban a hacerlo? La única que ha quitado leña al fuego ha sido mi fiel amiga Sor Elena, la monja joven, grande y gordita  que ha puesto un punto y final en las acusaciones solapadas que se estaban entendiendo.
—Nada…—ha roto con el interrogatorio—. Ya ha pasado. Esta noche, Celia y yo, montaremos guardia, Madre. Descubriremos a la persona que se atreva a entrar aquí sin más a romper el silencio de nuestra humilde casa y a ver por qué ha hecho esto o  si va repetir la hazaña. 
He aceptado pero de mala gana, la verdad, Anita. No me ha hecho ni pizca de gracia ser la principal sospechosa del extraño caso, pero si con eso iba a recuperar la confianza del resto de la comunidad y demostrar así mi inocencia, acompañaría a mi amiga.
Después de rezar Completas, que  es la última oración que hacemos, hemos recogido el refectorio y todas las monjas se han retirado. Bueno, nosotras no, como puedes imaginarte, constituidas en detectives ocasionales y una vez solas pasada ya la madia noche, Sor Elena me ha contado cómo fue lo de su vocación. Eso de encerrarse por gusto, nada. No le gustaba. Ella quería ser pintora y fue a la escuela de Bellas Artes en Valladolid con la ayuda de sus padres que andaban metidos en buenos negocios de zapaterías. Ya me parecía a mí que pintaba muy bien, que tenía soltura y era más que moderna, pero una vez allí, conoció a gente muy dispar, el mundo de la bohemia y muchas de sus vertientes. Vio que era difícil triunfar en la pintura y comenzó a fraternizar con algún que otro músico, con escritores, poetas…Simpatizó con un joven guitarrista que deseaba formar su propio grupo y su voz, la de ella, le gustaba. Allí que se le ofreció para hacer unas pruebas mi simpática amiga y, para acabar pronto, a escondidas de sus padres, se alió con el joven compositor y juntos anduvieron por esos tablados de fiestas cantando y ofreciendo lo que sabían con bastante éxito, según me contaba, siempre ante la total ignorancia de sus progenitores que ya le estaban preparando una sala de exposiciones para cuando ella quisiera volver con su arte pictórico a cuestas.
La historia se repite, querida hermana. Una pena. Un día de feria pueblerina por allá por Villaconejos de Trabaque, donde con su arte  cantaba todo lo bien que sabía, su compañero le presentó a una estilizada sustituta que era como un grillo con anginas que decía saber cantar Soul.
—¿Cómo es esto? —le dijo Elena—¿ Me vas a sustituir? ¿A qué viene esto?
—Verás, es que estás…algo gorda —le espetó sin más el muy ingrato—. El escenario vibra con tus agitados bailes y me temo que un día caeremos al foso de alguna plaza en cualquier pueblo. Necesitamos una silueta más grácil, más esbelta…más…
—¡Más provocadora y más putona…! —le espetó Elena aun reconociendo, según me dijo, que su peso les ponía en algo de peligro.
Vestida ahora de hábito, hacía que me quedase  impresionada de su valor en el improperio lanzado a la de la esbelta figura y me dijo que mientras soltaba estos insultos, le atizaba al guitarrista y compañero con el micrófono en plena espalda una y otra vez dejándolo con una doblez de alcayata de la que lo tuvieron que enderezar los mozos fuertes del pueblo sin lograrlo del  todo. Y con una chepa, dice triunfante, que se quedó.
Pero al llegar a este punto, sus ojos se han nublado y me he visto reflejada en sus tristes e inundadas pupilas, hermana, y lo que siento es no haber tenido por entonces con mi ex, la valentía que ella demostró  y no haberle dado a Luis con el móvil que tenía agarrado en ese momento con mis manos en su plena cabeza hueca e infiel.
Me contó que al principio, el convento, muy bien. No le importaba el trabajo de comunidad, la obediencia, los rezos, pero su alma de alondra viajera y  cantora, nunca mejor dicho, se ahogaba entre aquellas paredes silenciosas y todo ese entorno empezó a quedársele pequeño. Por eso, a escondidas, volaba. Componía letras y música; dibujaba lo que se le ponía a tiro con la idea de hacer ilustraciones y algún día esperaba que su talento fuera reconocido porque ya había vendido clandestinamente algunos dibujos y algunas  canciones y estaba esperando ahora que el arzobispado mandase un órgano para poder enfrascarse en su trabajo durante  esas horas de soledad en las que el resto de la comunidad estaba descansando confiando en que el gran grosor de los muros le sirvieran de cómplices. Sus sueños eran su gran liberación en las horas calladas. Ella había pagado generosamente los primeros enseres de vasijas y los ingredientes para comenzar esa pequeña industria pastelera en el convento y también todos los billetes desde Madrid a Morella para sus Hermanas de comunidad. Todo, con lo que había ganado en la arriesgada clandestinidad de sus actos.
¡Ay, Ana de mi vida y qué sospecha más clara tuve en ese momento de confidencias…! Se percató rápidamente de que mis ojos se abrieron iluminados con la lucecita de la solución al misterio de la noche anterior y me confesó lo que había ocurrido. Me llevó hasta su habitación con una sonrisa algo maquiavélica y una vez allí, se ató la toca con un cintajo a manera de cola de caballo; dejó caer la pesada falda de lana que formaba parte del hábito hasta los pies y se quedó con unos pololos ajustados que dejaban ver una pierna generosa. Luego, se descalzó. En un santiamén, agarró un enorme cucharón a manera de micrófono y…¡qué locura! Comenzó a proferir unos sonidos guturales entre español e inglés raro mientras se movía de aquí para allá y volteaba la cola de caballo —antes toca—como una posesa en sentido circular, que no me explico cómo no salía despedida como las hélices de un ventilador  por toda la habitación. Acabé jaleándola y marcándome algún que otro cantoneo de caderas, hermana, porque aquello tenía ritmo.
En el descanso, sudorosas las dos y jadeantes, me confesó que sintió algo de hambre en la media noche en una de esas actuaciones fantasmas y echó mano a unos cuantos dulces que remediasen el vacío estomacal de la madrugada y, como le daba apuro de que San Antonio la estuviera mirando en su desliz, lo volvió hacia la pared.
—Se me olvidaron dos cosas, querida Celia —me dijo—. Una, separar los dulces en las bandejas de forma que los huecos que yo dejaba no se notaran tanto. Lo he hecho varias veces. Otra…poner de frente al pobre San Antonio como he hecho siempre, porque lo de ayer no era la primera vez. Estas paredes tan gruesas han sido cómplices para mi arte desde que llegamos y no sabes lo que he sentido mi descuido porque de lo demás, no me arrepiento, que los dulces los trabajamos nosotras y la superiora, nos los escatima…Ni siquiera de no haber confesado la verdad antes cuando sospechaban de ti. Seguro que lo entiendes, amiga mía...
De piedra, Ana, de piedra me he quedado. No me he enfadado con ella, pero ¿qué hacer? Ya te contaré en lo que queda todo esto. De momento, mis simpatías por mi amiga han crecido porque pienso que es como un pájaro enjaulado y admiro su valor. Mal que se coma los dulces más recientes y los más requeridos por los clientes como son los "Cari Grant" que con tanto gusto bautizó así Sor Teodora a la que le gustaba este actor. Los pasteles son el medio de vida de estas pobres y adivino que el  estómago de Sor Elena no se contenta con dos o tres unidades, pero según me dice, lo que saque de las canciones algún día, lo donará para la Comunidad. No sé… Esto está raro para solucionar. 

(Continuará...)

jueves, 29 de marzo de 2012

El CUPIDÓN





He cambiado El Cupidón que iba paralelo a mi seudónimo de Perlita y he puesto una foto mía del varano pasado porque si hubiese esperado al venidero, seguro que se me podrían haber contado algunas arruguillas más y eso, no.

Ya soy una perlaza en vez de una perlita pero bueno, sigo. Lo de ese angelote pudoroso -aunque no se le ve entero- tapando sus intimidades con el extremo de su hermosa ala derecha, ya tenía ganas de licenciarlo con permiso de su autor Wiliam (o Adolphe) Bouguereau.

Siempre me encantó este autor con sus cuadros de ángeles con una piel nívea y deidades mitológicas desnudas que parecen vayan a saltar del lienzo por su realismo. Recordemos El Nacimiento de Venus. Precioso.

Pero en los últimos carnavales, festejo que nunca me ha gustado demasiado, me encontré en dirección contraria a la que yo iba, con un montón de cupidones, bacos, ninfas aladas y angelotes con coloretes exagerados, que si bien iban perfectamente caracterizados, la figura grotesca de unos cuantos componentes de esta comparsa, con unas barrigotas (creo que más de una de ellas naturales, sin relleno) daba grima. Grima, asquete, repulsa... Como se quiera entender y decir.

El más grande de todos estos cupidos, puede que con más de 110 kgs. de peso y casi dos metros de estatura, se acercó hasta donde nos habíamos quedado algunas viandantes mironas y nos acercó unos flautines de caramelo que sonaban y todo. El mío, no llevaba envoltorio porque se le cayó delante de mis narices. Lo cogió el gigantón y se empeñaba que yo hiciera sonar el silbato...

¡Puagg...! ¡Qué asco...! Lo siento. Si al menos hubiera conservado el envoltorio, puede que lo hubiera intentado, pero se impone hacer una pequeña secuencia de lo que vi.

Este hombre, llevaba la malla rosa que le hacía parecer desnudo, mojada totalmente por el sudor. La espalda estaba como si se hubiese metido en una ducha y no se hubiera secado y por eso, el sudor le bajaba hasta el centro de sus posaderas haciendo que se le notase un reducido tanga que se le tenía que estar clavando en la carne como un cilicio. El agua del pecho, se confundía con la de sus axilas. La cara chorreaba y de la especie de mosca que tenía por barba bajo el labio inferior, colgaban unos restos blancos como si hubiera comido merengue.

Las alas eran espectaculares, muy bien logradas, pero la que debía tapar...sus vergüenzas, como dicen finamente en mi tierra, se había desprendido y, francamente, las vergüenzas no andaban muy disimuladas y en ese lugar brillaban dos o tres imperdibles descarados y grandes, que si alguno se hubiese abierto...no quiero ni pensar lo que hubiera sentido el pobre cupido y encima, se quedó allí, como único testigo de que hubo un intento púdico, una pluma generosa que le llegaba a medio muslo.

Yo no sé si lo que le caía de la nariz era sudor o mocos o ambas cosas...Tiré la trompetilla-silbato en la primera papelera que encontré y me propuse, en cuanto pudiera encontrar una foto mía en la que más o menos se disimularan estas arruguillas insolentes que me van acompañando, cambiar a Cupidon por mi cara agradeciéndole los servicios prestados.



lunes, 12 de marzo de 2012

EL PROFESOR DE HISTORIA DEL ARTE

Era mi profesor de historia del arte y llamaba la atención con aquel porte de caballero escapado de los años veinte. Aunque yo lo veía mayor, no debía llegar a la cincuentena. Ayer lo vi. Ahora parece con algo menos de estatura pero no bajo; sigue delgado. Su pelo es abundante y muy blanco y lo lleva perfectamente arreglado. Visto por detrás, nadie diría que es tan mayor si no fuera porque sus piernas se notan titubeantes y va acompañado por un muchacho sudamericano que le debe acompañar por seguridad en sus paseos. Sigue siendo un hombre con el más señorial de los portes.
Es curioso lo que puede cambiar los rasgos físicos el paso del tiempo en las personas, y sin embargo no lo hace la mayoría de las veces en los hábitos que tiene cada cual y que acompañan casi siempre. Es el caso de este veterano profesor que nunca pudo pasar desapercibido dentro de la naturalidad y compostura que entendemos por elegancia.
Lo tenía todo. Vestía de chaqueta y corbata combinadas con distintos pantalones o con traje pero, eso sí, la pulcritud saltaba a primera vista en todos los casos y como si estrenase las prendas. Aunque algún día se decidía a lucir un jersey, se pusiera lo que se pusiera iba como un modelo de escaparate. La raya de sus pantalones parecía almidonada y se deformaba solo lo justo. A sus zapatos, brillantísimos, el polvo no parecía existir para ellos...Ni el barro, ni la lluvia...

Creo recordar que era marzo del 72. Se había montado una y de las gordas en la universidad, que daba miedo, literalmente hablando, porque con aquellos últimos años del franquismo todo estaba en efervescencia y el mundo estudiantil más espumoso que ninguno. Yo ya trabajaba pero como aún no tenía hijos, aproveché para matricularme en filosofía y letras en los tiempos en los que se hacía dos años de estudios comunes para luego elegir la especialidad y allí, tuve la oportunidad de coincidir con este hombre.
Salí del colegio sin saber que había lío y el autobús me dejó lejos de la que hoy es la avenida Blasco Ibáñez e insensata de mí, me adentré andando en lo que era el foco de las revueltas sin que me lo propusiera. La policía, "los grises", iban la mayoría a caballo y debían tener órdenes de que nadie entrase en las distintas facultades para evitar el vandalismo que estos casos genera. Como siempre, desconocidos y que de estudiantes no tenían nada, lanzaban piedras y ladrillos desde la Facultad de Medicina, que estaba en reformas, hasta la de Derecho, cruzando ese enorme espacio del paseo con tal fuerza, que si me da alguno de esos ladrillos, ahora no estoy contando esto. Angustioso. Corrí hasta una puerta lateral de mi facultad pero cuando llegué contra corriente, estaba cerrada y alguien me empujó, me caí y me di de lleno con la cara en la pared. Un policía me ordenó que me levantara y me pidió el carnet de estudiante pero...ni lo encontré ni llevaba encima el de identidad... Entonces fue cuando se abrió esa puerta y allí apareció el profesor de Arte.
-Es estudiante -dijo al policía- La estaba esperando...Mintió descaradamente para sacarme del apuro y rescatarme. Y sin más, me pasó al interior con un tirón de brazo y aquel reducido espacio al que me llevó, me pareció el cielo. Una treintena de compañeros entre chicos y chicas, habíamos llegado allí a refugiarnos en un aula de material que olía a papel y tinta. Una monja, novicia, a la que también he vuelto a ver después, lloraba y yo, me echaba mano a la cara que me dolía y donde después lucí un hermoso color púrpura como recuerdo de la aventura. El profesor, mojó su blanquísimo pañuelo en agua y me lo dejó para que lo mantuviese en la cara y que el dolor se me calmara y a la novicia, presa de un ataque de nervios, la abrazó con cariño y quiero creer que fue el abrazo más tierno y único que la monjita recibió de un caballero.
Lo que más me dolía a mí más que el pómulo, era acordarme de mi madre y mi marido que no sabían dónde paraba...¡Ay, los teléfonos móviles...!
Volví a casa a las tres de la mañana poco más o menos. Mi marido, aparentando templanza de nervios. Mi madre con los ojos rojos como amapolas ajadas.
-¿Sabes?- le dije a mi marido poco después cuando también me tenía abrazada. Hoy muchas nos hemos enamorado del profesor de arte.
-¿Sí? ¿Y cuántos años tiene mi oponente...?
-Alrededor de cincuenta. Puede ser nuestro padre.
-Vale...Entonces se salva de que lo rete a duelo.

Luego, me peso no haber saludado al viejo profesor, haberle recordado la aventura y mirarlo frente a frente de nuevo.



martes, 14 de febrero de 2012

SAN VALENTÍN




NO ME LO PUEDO CREER, AMOR



No me lo puedo creer, amor…
Cuando adivino ese ansia desbocada…
Cuando me llevas a la gloria de tu boca…
Cuando rendida, me sometes
y me abandono feliz vencida, rota,
anhelando la eternidad de tu caricia
y que me envuelvas en la calidez
que solo tus manos irradian,
muero por si estoy soñando, amor.

Cuando tu aliento abrasa mi espalda…
Cuando tus brazos me acogen y me abrigan…
Cuando eres un manto de seda,
corcel sin bridas que me arrastra
y me lleva en pos de ti sobre el lenar
donde sangra y se desgarra tu ternura,
temo despertar y no quiero, amor.

Cuando eres ruego humilde y oración…
Cuando tus labios musitan sin decir…
Cuando es suave la zarza y caricia el espino,
hielo que quema sin apagar la sed,
me da miedo ser espuma a la que el viento
mece y a su capricho eleva y domina
tan sutil, que desaparece y es nada…

Desvanezco y me siento morir, amor.

sábado, 4 de febrero de 2012

BUEN CONSEJO...CREO

Me ha dado una alegría muy grande encontrarme con una antigua compañera de trabajo. Nos apreciábamos. Era una buena profesional, colaboradora, prudente y que jamás se metía en nada que no le incumbiese. Al revés que yo...
Estuve en su jubilación y parecía mentira que se fuera porque aparentaba menos edad. Esta vez, cuando apenas han pasado tres años de aquello, la he encontrado con su habitual simpatía, pero estaba algo demacrada, ojerosa, con un gesto triste.
Degustando un cortadito de lo más reconfortante con el frío de estos días, nos hemos preguntado por nuestras cosas, por la vida ociosa -y no tanto- por añoranzas y al fin, de la belleza y la agudeza de nuestros nietos donde ahí no he cedido ni un ápice. Así se lo he dicho y he logrado que se riera: los míos, los mejores.
-Perdona...¿Te pasa algo? Te encuentro algo cambiada -le he preguntado sin más rodeos.
-Bueno. Ya sabes que enviudé -me ha dicho bajando la cabeza.
-Sí, claro. Fue antes de tu jubilación y estuvimos muchos en el funeral ¿no lo recuerdas?
-Claro que me acuerdo. Ya va a cumplirse el séptimo aniversario de aquello. Mi vida se quedó hundida del todo.
-Es que debe ser muy triste perder a una persona que se quiere y que aún era joven.
-Pues sí...De mis hijos, solo el pequeño sigue conmigo, sobre el papel, porque de los cuatro, es el soltero, pero se fue de Erasmus a Munich y puede que se quede por allí. Estoy sola.
-Vaya...-le he dicho mientras le ponía mi mano en la suya. -Ley de vida, amiga. Una pena sobre otra pero tú eres fuerte.
-Si, pero mi pena ahora, que no me deja respirar, ni dormir y que hoy es un milagro que pueda compartir con alguien es que...
-¿Qué...? -he querido saber pensando que debía padecer alguna dolencia incurable. Ya sabes que ahora hay remedio para casi todo.
-No sé si para esto... Es que...me he enamorado.
¡Ya estamos...! ¿Qué hacía yo, plañidera de bajo coste, metiéndome a dar consuelos gratuitos sin saber qué tipo de duelo era el que mantenía con unas ojeras como gafas de sol pintadas en la piel a mi antigua compañera?
-¡Anda...! -he dicho sin saber qué decir, pero ya no podía parar. -¿Y...cómo es eso?
-Estoy metida en menudo lío, Carmen. Salgo sin que mis hijos lo sepan con...¿Te acuerdas? ¡Y sin buscarlo...! Coincidimos en unos cuantos sitios, quiero creer que por casualidad y no sabes lo que siento desde entonces al volver a notarme atendida y considerada. Es un caballero que me está dando tiempo para pensar y ahora estoy en un apuro porque se está cansando de esperar.
-¿Y qué problemas tienes? ¿A ti te gusta?
-¿Que si me gusta? Yo creí que mi vida se había acabado y fíjate...¿Cómo puede pasarme esto a los sesenta y tres años ? ¿Cómo se lo digo a mis hijos? Es un hombre al que llevo cinco años, pero al que le gusto y noto que me quiere. Cambio cuando lo veo y me siento viva otra vez pero...¡qué vergüenza...! ¿Qué dirán en el pueblo? ¿Mis hermanas? ¡Y mi marido...! ¿Qué pensará en la otra vida mi difunto marido si me vuelvo a casar?
Vale. Si me lo ha contado, debo contestar lo que pienso.
-Pero...¿no erais agnósticos? Creo recordar que no creíais en nada del Más Allá...¿no?
-Si...
-Pues entonces, ¿dónde narices tiene el balcón celestial tu marido desde donde observarte y recriminarte algo tan legítimo como esto de volver a ser feliz, si él ya no está? Hasta sus cenizas las echasteis, creo recordar, por aguas de la playa en La Malvarrosa como él quería. Lo quisiste, le fuiste fiel...¿No están tus hijos felices en sus casas con sus respectivos cónyuges? ¿Vas a seguir queriendo a tus nietos igualmente y a ayudarles? ...Bla...bla...bla...
Me dio la impresión de que se le borraron las ojeras de repente, se empeñó en pagar ella el café con una cara de alegría totalmente renovada y no me compró un vestido porque no era el caso. El fin de semana próximo, la llamo.

jueves, 26 de enero de 2012

FLOR DE LAGARTO...¡¡XIMO!!

Aquí pongo para que conozcáis (aunque algunos ya tendrá esta deliciosa planta) las fotos de mi precioso cactus "Flor de lagarto"en plena floración. Está bien que todos mis amigos vean la bondad de esta planta, nada complicada para cuidar, rara, una variedad crasa sin espinas y que he ido multiplicando a lo largo de unos hermosos cuarenta años que es el tiempo que hace que mi abuela me la regaló.
Desde entonces, ha rodado conmigo (no aquella misma, claro) y hoy, como un ramo de flores os lo dedico a través de estas imágenes. ( ¡Ay...!: me parece que ha quedado algo cursi...)
Es muy sufrida; amante de la luz y florece dos veces en el año con esa maravillosa y rara flor que huele...fatal. Así es, huele mal, que todo no puede estar completo.
La dedico en especial al maestro del dibujo y el humor, Ximo, alias ACAPU, para que vea que así como un poco desvergonzada, sí que soy, ¡tengo una palabra...! Eso y este cactus precioso...¡hala!




viernes, 13 de enero de 2012

¡¡Holaaa!! ¿Hay álguien por ahí...?




Vuelvo, amigos. No sé si lo haré con la asiduidad de antes, pero por lo pronto, os echo de menos y aquí estoy para empezar a contar mis cosas que ya me conocéis.

Contaré cómo hoy he hecho mi buena acción del mes aunque no he quedado muy satisfecha, así que intentaré hacer alguna que otra más en estos días de enero que restan.

He estado de visita en una especie de calabozo- cárcel visitando a una ex-alumna, cariñosa y maja ella, pero algo..."tontucia" que dicen por mi tierra porque, ¡se le ocurre cada cosa...! ¿Pues no que hace un viaje exótico y se trae en el maletín (ella dice "valise" que es mas chic) no sé cuántos gramos de droga? ¡Miedo me da hasta decir el nombre del producto!

Con los ojos perdidos y rojos entre los borrones negros de la máscara de pestañas y lo que era el sombreado, me ha contado entre suspiros lacrimógenos y restregones de moquita en la nariz roja como un tomate, "la aventura" en la que está metida desde ayer.

Resulta que viene de un viaje precioso y no se le ocurre otra cosa que traer "una minucia" de...eso. Y va y me cuenta que traía los dichosos polvos en la empuñadura de unos matasellos que eran enroscables.

-Fíjese, por nada. ¡Y con la gente que lo ha hecho..! Pero la culpa ha sido del "joputa" del perro.

-Bueno...La culpa, ha sido tuya, porque ¿qué necesidad tienes de meterte en esos líos fuera de la ley? El pobre perro, hace su trabajo que para eso lo llevan al aeropuerto -he contestado salvando la honorabilidad del pobre animalito.

-Pues no, porque el guardia civil que lo llevaba, ya lo estaba llamando y el chucho, dale que dale con la "valise" sin ni siquiera oler la maleta que era más grande, el muy "joputa". ¡Le hubiera dado una patada que lo habría mandado a la luna...!

Aquí se me han ido las ganas de consolarla, la verdad. ¿Sentiré más aprecio por los animales que por las personas? A veces lo pienso.

-Niña, eres tonta de remate -me ha salido del alma decírselo así de crudo-. Seguro que la mamá del perrito sería algo casquivana perdida por esas calles, apareándose con el primer perro desconocido que se encontrara. ¿Qué has hecho tú, racional, educada y de honesta madre?

No quiero pensar en cómo se lo habrán tomado sus padres si lo saben, porque de momento la fianza la va a pagar su tía-abuela que medio la crió. Tiene dinero, pero una mano ligera. Mira por dónde, yo que tan pacífica soy, no me importaría que le diera una buena bofetada. Unas cuantas. Lo siento, pero lo pienso.

Chao, amigos...Os iré visitando para que nuevo me enseñéis con vuestras estupendas entradas.

Muchos besos.





Perlas del Segura