(Porcia es hija del ilustre profesor de derecho romano Don Catón de la Torre, enamorado de la historia de Roma y a la que bautiza así en memoria de la segunda esposa de Bruto. Cree con ello que su única hija será portadora de la belleza e inteligencia de aquella, pero por el celo y la protección extremada de sus progenitores, la chica ve cómo el tren de su juventud va dejando atrás ilusiones y oportunidades...)
Esta vez, no. Tenía que poner remedio. Al mirarse con detenimiento en aquellos escaparates, vió una barriguilla incipiente que le levantaba su bonita blusa de guipur y parecía como si el pecho se le hubiera caído algo hasta la cintura.
¿Cómo no se había dado cuenta antes? Se angustió. Había cumplido treinta y nueve años y aún tenía que esperar la llegada de ese extraordinario pretendiente que su madre le auguraba y que no acababa de aparecer. Bueno, sí. Había llegado uno varios años atrás que le gustaba mucho y que insistió más que otros, Antoñito, el hijo del señor Antonio, el carnicero. Un gran chico, buen estudiante que perfeccionaba su inglés en Irlanda, educado y serio, pero que al decir de mamá, aunque era listo y sabía idiomas, siempre olía a morcilla de arroz y chuletón de Burgos, así que a la segunda o tercera carta de amor que Porcia recibió, su madre la cogió, se presentó en la carnicería y, con más que humos, le dijo al padre:
-Señor Antonio, que no vuelva a repetirse tamaño atrevimiento o tendré que tomar otro tipo de cartas en el asunto. Que su hijo no vuelva a escribir porque mi hija, es Porcia de la Torre...¿entendido?
El hombre se encogió de hombros y Antoñito no volvió a dar señales de vida. Luego se supo que entró a trabajar en un Banco y se quedó por Suiza, millonario y felizmente casado y con hijos. Porcia suspiró mucho por entonces y perdió al bueno de Antoñito; eso, y la ocasión de poder degustar los mejores filetes que entraban en aquella carnicería de élite porque mamá ya no era bien vista por allí y además, le tocó suspirar muchas otras veces porque la progenitora insistía en ahuyentarle siempre a los posibles novios que no creía dignos de ser sus yernos, que eran todos...
(Carmen Sabater Rex.- ISBN: 84-923788-1-6 )
-Señor Antonio, que no vuelva a repetirse tamaño atrevimiento o tendré que tomar otro tipo de cartas en el asunto. Que su hijo no vuelva a escribir porque mi hija, es Porcia de la Torre...¿entendido?
El hombre se encogió de hombros y Antoñito no volvió a dar señales de vida. Luego se supo que entró a trabajar en un Banco y se quedó por Suiza, millonario y felizmente casado y con hijos. Porcia suspiró mucho por entonces y perdió al bueno de Antoñito; eso, y la ocasión de poder degustar los mejores filetes que entraban en aquella carnicería de élite porque mamá ya no era bien vista por allí y además, le tocó suspirar muchas otras veces porque la progenitora insistía en ahuyentarle siempre a los posibles novios que no creía dignos de ser sus yernos, que eran todos...
(Carmen Sabater Rex.- ISBN: 84-923788-1-6 )
14 comentarios:
dios nos libre de la familia que nos priva de vivir
un beso
s
Pues se da, Amor...Y mucho.
Un abrazo.
Ay, cuántas veces pasa que las mamás exigentes terminan por conseguir el peor resultado: o la soltería no deseada, o un matrimonio que, finalmente, queda por debajo de sus aspiraciones. Un horror, vaya. Me ha encantado este texto, y quedo pendiente de la continuación. Besitos.
Aaaaayyyyy, que me has dejado con la miel en los labios.... ayyyyy que ardo de interés de saber cómo sigue la historia....
Ah, y.... ¡¡¡qué guapos!!! Pronto continuamos la charla.... Besitos mil
ISABEL, me he "comido" la primera parte del relato para no extenderme, pero desgraciadamente, ¡hay cada consejera por cariño...!
...y fueron los consejos
de los que más la querían
y, tanto le aconsejaron,
que solita la dejaron...
La mirada azul,marchita,
aunque todavía bonita.
Y cuenta, a quien la quiere oír,
que de pretendientes,
tuvo mil...
Besos, amiga.
HADA, no sé si habrá segunda parte. Es algo largo el relato...Pero me agrada que te haya gustado.
Ya hablaremos, guapa.
Besotes.
Un fragmento delicioso.
¡Qué pena de los Antoñitos que han pasado por la vida de las Porcias de turno!
¿Cómo sería el mundo sin las interferencias maternas?
Un beso.
Soledad.
Tal vez algo de eso nos pase a todos los padres o madres...
Compruebo que don Catón no sabía mucho de la hija de Catón de Utica pues se comenta que ésta, se caso con Calpurnio y después con Bruto para finalmente suicidarse.
Si la actual Porcia hubiese sido inteligente, cuando dejo de degustar los mejores filetes, se habría tenido que dar cuenta de su problema.
¿Yernos?... No el problema es una ¿amor? mal entendido.
SOLEDAD,y que lo digas, que todavía tengo gente de mi familia maldiciendo por haber dejado pasar oportunidades de ser feliz.
Besos.
ILLÁN : Pues aunque para nuestros hijos queramos siempre lo mejor, hay que cerrar los ojos y que hagan ellos su voluntad. Besos.
JAUME: ¿Se suicidó la pobre Porcia?. Me temo que don Catón andaba un poco despistado...¡los años!. Me sorprendes, ilustre articulista, aunque yo adivinaba que sabes de todo. Gracias y se lo haré llegar a don Catón.
Fuerte abrazo.
Lo siento, no he abandonado, pero de momento la inspiración, las ganas, o lo que fuere, me abandonan a mí. Pero bueno, tampoco estoy preocupado, supongo que un parón de unos meses será normal. Cuando vuelva, tranquilos que os enteraréis :P
LUCAS...¡Qué alegría, guapo! Entiendo que estés liado así que no te preocupes. Te sigo visitando y estoy convencida que has de recibir más adelante a los hados de la inspiración.
Muchos besos.
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