Esta entrada debería llamarse "Asunción, segunda parte" porque cuando mi prima viene por Valencia, estoy convencida de que el día no va a ser como los demás y que forzosamente, algo original ocurrirá y menos mal que casi siempre suele acabar bien.
Paco, su marido, aun no había terminado en su trabajo y me propuso que nos adelantásemos hasta la Malvarrosa y que de una vez por todas, pudiera ver la casa-museo de Blasco Ibáñez que ya tenía ganas de conocer desde mucho tiempo atrás.
-Luego, que vengan los hombres y podemos comer una buena paella en alguno de aquellos restaurantes en la playa.
Así que cogimos el tranvía a la Malvarrosa y Asunción estaba emocionada por este detalle ( quizás recordando la novela de Vicent) como si estuviéramos en los años cincuenta. Íbamos casi solas y menos mal, porque se levantó un montón de veces yendo de aquí para allá.
Contempló la Universidad nueva y cómo desaparecieron gran parte de las plantaciones y los numerosos campos de naranjos de aquella fértil zona.
-¡Qué pena de huerta...!- se lamentó con mucha razón, pero debía decirle que también era hermoso y necesario aquel Campus que comtemplaba...
¿Para qué lo dije? Fui una inoportuna, porque mi prima me miró con cara asesina. Ella... ¡tan ecologista!
Yo había apoyado mi mano derecha sobre el asiento que había ocupado hasta que se levantó para ver mejor por las ventanillas y, en el acaloramiento de su disertación sobre el cambio climático, se vino a mi lado y se sentó con tal fuerza que mi pobre mano se quedó literalmente aplastada.
-¡¡Aggg...!! - No pude por menos que exclamar tratando de que no se me oyera demasiado.
-Lo siento, lo siento, prima - se disculpó tratando de coger la mano que yo llevaba de arriba abajo como si rasgueara una guitarra imaginaria...- Es que a nadie se le ocurre dejar la mano en el asiento. Un poco tonto, ¿no?
Me alegré de no haber podido contestarle hasta pasados unos segundos, pocos. ¿Setenta kilos de peso descargados sin contemplaciones sobre mi pobre mano y se atrevía a decir eso?
-Tonto, sí, pero si no estuvieras tan gorda, no tendría este machacamiento que tengo.
-¿Gorda yo?...¿Yo gorda? Pues...
Confieso que casi no la escuché pendiente de la parada de bajada y menos mal, porque a saber lo que soltaría por su boquita, claro que mi pequeña venganza la creí justificada porque ella no se resigna a perder.
Le gustó el arreglo de la casa de Blasco Ibáñez y en algo se olvidó el pequeño incidente.
- Fíjate, un cuadro de Sorolla, prima...Esta gente era injusta, porque todo se lo quedaban para ellos mismos: Benlliure, le regalaba esculturas a don Vicente y a Sorolla. Éste le daba sus pinturas a don Mariano y a Blasco Ibáñez y él les obsequiaba con sus sonetos, o sus cartas que son unas auténticas joyas de literatura. No hay derecho...-se lamentaba Asunción.
Luego, a comer, pero no a ninguno de los restaurantes en los que habíamos pensado porque era día de descanso del personal. Nos tuvimos que meter en una vieja taberna que olía a mar y marisco y nos pareció bien encargar un arroz negro para los cuatro que íbamos a ser.
Asunción me dijo que iba a lavarse las manos en un modesto servicio de tres aseos separados por unos endebles paneles de madera pintados de rojo rabioso. Nada que objetar: todo limpio. A los dos o tres minutos, la oí chillar y luego dejar en el aire una letanía, contenida, a juzgar por como la iba "soltando" de lenta y bien pensada. Sin exclamaciones:
-Es usted un sinvergüenza...Y un inmoral...Mi marido le va a partir la cara...-y luego, algo "más animada" -¡¡Un caradura!!
La señora del mostrador, dejó lo que hacía para acercarse a la especie de pasillo donde estaban ubicados los aseos y yo, ya me había ido en aquella misma dirección, las dos con mucha prisa. Al llegar a la escena, vimos un pobre hombre, que trataba de explicar a mi prima algo que aquella no le dejaba decir.
-Señora, perdone, que no es lo que usted cree...
-Ah, ¿no? -contestaba Asunción con un acaloramiento indescriptible - ¡¡es usted un sinvergüenza!!
Yo me temí lo peor. Por un momento, no noté el dolor de la mano estrujada en el tranvía y miré el rojo amoratado de las mejillas de mi prima.
-¿Qué pasa? ¿qué ha pasado...? - preguntamos la mujer y yo casi a la vez.
Aunque mi prima quería decir, el hombre pudo imponerse y con una humildad muy creíble, nos contó:
- Verá, yo estaba tratando de arreglar la cisterna del water de al lado donde oí entrar a esta señora y por eso, como ella entró con prisa, me quise bajar cuanto antes de la banqueta donde estaba subido porque, al no llegar la división hasta el techo, se me veía manipular y no quería que me viera...
-¡Claro, y por eso cuando he mirado hacia arriba estaba usted también mirando, ¿ o no?- decía Asunción.
-¡Oiga, que mi marido no es de esos...!- intervino la dueña del bar.
- ¡Pues ya vé...!
-Señora- volvió a tomar la palabra el hombre- le juro, que no le he visto nada. Ya no sé ni lo que he hecho, pero yo no podía llegar a la altura del tabique, ¿es que no se dá cuenta? y me he bajado enseguida de la banqueta...
-Pues está usted como para querer mirarla dona...- interrumpió la mujer.
¡Ay, Señor, que la mesonera aquella no sabía lo brava que podía ser mi prima Chon si se le tocaba el amor propio..!
Yo no sé si el hombrecico decía la verdad o no, pero a mi me daba la impresión que era un tipo honrado y que , aunque la curiosidad le picase, no tuvo la intención descarada de ser un mirón...O yo soy inocente perdida ... O crédula... O tonta...
Mi prima estuvo con su faja en la mano, que no le había dado tiempo a volverse a poner, gesticulando y tratando de convencerme que ella tenía la razón. Sentadas en un banco de la playa esperamos a su marido y al mío para ver dónde comíamos, porque estaba claro que allí no íbamos a seguir después del percance. Hice lo posible por marcharnos antes que llegase Paco y no porque fuera a enzarzarse en una trifulca con el improvisado fontanero, sino porque si se le ocurre sonreirse un poquito con la aventura, que estoy segura de que lo hubiera hecho, Asunción podía haberlo mandado a Cuba sin barco.
-¡Vaya un día que llevo, Paco. Mi prima, me ha dicho que estoy gorda...
-Mujer...-intenté disculparme- digamos que estás algo más llena...
-Ya, ya...-siguió- y encima, me acusas de haberte chafado la mano...
-Mujer...-repetí levantando el dedo anular que fue el más perjudicado.
-Que sí, que lo entiendo. Y la loca esa me dice que no estoy como para mirarme, encima, con lo fea que era la pobre...¡así estaba el marido!
Ninguno dijimos nada. Bueno, Paco le dió un beso y le acarició la mejilla y añadió a su cariñoso gesto:
-Nena, que estás muy bien y ahora, o te pones la faja, o la guardas en el bolso o la tiras y no la luzcas más...
Yo tengo un dedo "enfajado" para unos días pero como tecleo con los índices...
Paco, su marido, aun no había terminado en su trabajo y me propuso que nos adelantásemos hasta la Malvarrosa y que de una vez por todas, pudiera ver la casa-museo de Blasco Ibáñez que ya tenía ganas de conocer desde mucho tiempo atrás.
-Luego, que vengan los hombres y podemos comer una buena paella en alguno de aquellos restaurantes en la playa.
Así que cogimos el tranvía a la Malvarrosa y Asunción estaba emocionada por este detalle ( quizás recordando la novela de Vicent) como si estuviéramos en los años cincuenta. Íbamos casi solas y menos mal, porque se levantó un montón de veces yendo de aquí para allá.
Contempló la Universidad nueva y cómo desaparecieron gran parte de las plantaciones y los numerosos campos de naranjos de aquella fértil zona.
-¡Qué pena de huerta...!- se lamentó con mucha razón, pero debía decirle que también era hermoso y necesario aquel Campus que comtemplaba...
¿Para qué lo dije? Fui una inoportuna, porque mi prima me miró con cara asesina. Ella... ¡tan ecologista!
Yo había apoyado mi mano derecha sobre el asiento que había ocupado hasta que se levantó para ver mejor por las ventanillas y, en el acaloramiento de su disertación sobre el cambio climático, se vino a mi lado y se sentó con tal fuerza que mi pobre mano se quedó literalmente aplastada.
-¡¡Aggg...!! - No pude por menos que exclamar tratando de que no se me oyera demasiado.
-Lo siento, lo siento, prima - se disculpó tratando de coger la mano que yo llevaba de arriba abajo como si rasgueara una guitarra imaginaria...- Es que a nadie se le ocurre dejar la mano en el asiento. Un poco tonto, ¿no?
Me alegré de no haber podido contestarle hasta pasados unos segundos, pocos. ¿Setenta kilos de peso descargados sin contemplaciones sobre mi pobre mano y se atrevía a decir eso?
-Tonto, sí, pero si no estuvieras tan gorda, no tendría este machacamiento que tengo.
-¿Gorda yo?...¿Yo gorda? Pues...
Confieso que casi no la escuché pendiente de la parada de bajada y menos mal, porque a saber lo que soltaría por su boquita, claro que mi pequeña venganza la creí justificada porque ella no se resigna a perder.
Le gustó el arreglo de la casa de Blasco Ibáñez y en algo se olvidó el pequeño incidente.
- Fíjate, un cuadro de Sorolla, prima...Esta gente era injusta, porque todo se lo quedaban para ellos mismos: Benlliure, le regalaba esculturas a don Vicente y a Sorolla. Éste le daba sus pinturas a don Mariano y a Blasco Ibáñez y él les obsequiaba con sus sonetos, o sus cartas que son unas auténticas joyas de literatura. No hay derecho...-se lamentaba Asunción.
Luego, a comer, pero no a ninguno de los restaurantes en los que habíamos pensado porque era día de descanso del personal. Nos tuvimos que meter en una vieja taberna que olía a mar y marisco y nos pareció bien encargar un arroz negro para los cuatro que íbamos a ser.
Asunción me dijo que iba a lavarse las manos en un modesto servicio de tres aseos separados por unos endebles paneles de madera pintados de rojo rabioso. Nada que objetar: todo limpio. A los dos o tres minutos, la oí chillar y luego dejar en el aire una letanía, contenida, a juzgar por como la iba "soltando" de lenta y bien pensada. Sin exclamaciones:
-Es usted un sinvergüenza...Y un inmoral...Mi marido le va a partir la cara...-y luego, algo "más animada" -¡¡Un caradura!!
La señora del mostrador, dejó lo que hacía para acercarse a la especie de pasillo donde estaban ubicados los aseos y yo, ya me había ido en aquella misma dirección, las dos con mucha prisa. Al llegar a la escena, vimos un pobre hombre, que trataba de explicar a mi prima algo que aquella no le dejaba decir.
-Señora, perdone, que no es lo que usted cree...
-Ah, ¿no? -contestaba Asunción con un acaloramiento indescriptible - ¡¡es usted un sinvergüenza!!
Yo me temí lo peor. Por un momento, no noté el dolor de la mano estrujada en el tranvía y miré el rojo amoratado de las mejillas de mi prima.
-¿Qué pasa? ¿qué ha pasado...? - preguntamos la mujer y yo casi a la vez.
Aunque mi prima quería decir, el hombre pudo imponerse y con una humildad muy creíble, nos contó:
- Verá, yo estaba tratando de arreglar la cisterna del water de al lado donde oí entrar a esta señora y por eso, como ella entró con prisa, me quise bajar cuanto antes de la banqueta donde estaba subido porque, al no llegar la división hasta el techo, se me veía manipular y no quería que me viera...
-¡Claro, y por eso cuando he mirado hacia arriba estaba usted también mirando, ¿ o no?- decía Asunción.
-¡Oiga, que mi marido no es de esos...!- intervino la dueña del bar.
- ¡Pues ya vé...!
-Señora- volvió a tomar la palabra el hombre- le juro, que no le he visto nada. Ya no sé ni lo que he hecho, pero yo no podía llegar a la altura del tabique, ¿es que no se dá cuenta? y me he bajado enseguida de la banqueta...
-Pues está usted como para querer mirarla dona...- interrumpió la mujer.
¡Ay, Señor, que la mesonera aquella no sabía lo brava que podía ser mi prima Chon si se le tocaba el amor propio..!
Yo no sé si el hombrecico decía la verdad o no, pero a mi me daba la impresión que era un tipo honrado y que , aunque la curiosidad le picase, no tuvo la intención descarada de ser un mirón...O yo soy inocente perdida ... O crédula... O tonta...
Mi prima estuvo con su faja en la mano, que no le había dado tiempo a volverse a poner, gesticulando y tratando de convencerme que ella tenía la razón. Sentadas en un banco de la playa esperamos a su marido y al mío para ver dónde comíamos, porque estaba claro que allí no íbamos a seguir después del percance. Hice lo posible por marcharnos antes que llegase Paco y no porque fuera a enzarzarse en una trifulca con el improvisado fontanero, sino porque si se le ocurre sonreirse un poquito con la aventura, que estoy segura de que lo hubiera hecho, Asunción podía haberlo mandado a Cuba sin barco.
-¡Vaya un día que llevo, Paco. Mi prima, me ha dicho que estoy gorda...
-Mujer...-intenté disculparme- digamos que estás algo más llena...
-Ya, ya...-siguió- y encima, me acusas de haberte chafado la mano...
-Mujer...-repetí levantando el dedo anular que fue el más perjudicado.
-Que sí, que lo entiendo. Y la loca esa me dice que no estoy como para mirarme, encima, con lo fea que era la pobre...¡así estaba el marido!
Ninguno dijimos nada. Bueno, Paco le dió un beso y le acarició la mejilla y añadió a su cariñoso gesto:
-Nena, que estás muy bien y ahora, o te pones la faja, o la guardas en el bolso o la tiras y no la luzcas más...
Yo tengo un dedo "enfajado" para unos días pero como tecleo con los índices...
23 comentarios:
Para que luego digan que los kilos de más no perjudican. Eso sí, se nota que hay una relación cálida entre vosotras. Que si no...
Ánimo, que en breve vuelves por tus fueros
Hija, qué estrésssss!!
Mas que una excursión parece una pesadilla, ufffffffffff, para que luego digan.....
Mucha paciencia y ánimo
un besito
¿Así se te ha quedado el dedo? ¡Coño con tu prima Chon! Mándamela unos días, que esa mujer es un punto. La de anécdotas que iba a recopilar.
Un beso y que te mejores de la lesión.
POBRE DEDITO!!
PACIENCIA :)
SUERTE EN TODO
MUA!
Perlita, tu prima Chon, es un peligro público...
Sabes, a mí me pasó lo mismo con una amiga, pero en vez de la mano, yo havía dejado descansando en el banco unas gafas, y mi amiga, con unos kilos de más, me las aplastó sin misericirdia!
Que se te mejore el dedo enfajado(no será con la faja de tu prima?)
Un abrazo guapa:)
Qué cosas te pasan con tu prima Chon. Bueno, pensándolo bien siempre es una aventura salir con ella. Que mejore pronto tu dedo.
Por cierto, he colgado un post en ESFERA titulado "TRES PENDIENTES Y DOS PERROS" que te puede gustar. Has entrado y no lo has visto.
Un abrazo, paisana. Mos
Siga teclenado con los índices que está bien. Cuídese esa mano.
La Malvarosa debe ser precioso, sólo lo conozco por referencias literarias y fotos. Lo tengo pendiente.
Besos y Abrazos.
Queridos Eduardo, Frabisa, Estatua,Alegra, Sibyla, mos, a.v.g...
Efectivamente, esa es mi mano y aunque con los índices me "apaño" bastante bien,esa especie de tablillas que sobresalen, tropiezan y el pequeño ruido que hacen, es como si bailase claqué sobre el teclado del ordenador, pero solo me queda esta semana para volver casi a la normalidad.
Asunción se ha portado muy bien. Me ha mandado con Paco una pulsera "Pandora"con un reloj como colgante, muy bonita. Menos mal que no ha sido un anillo.
Un beso para todos y gracias por vuestro interés.
Perlita! Qué historia tan entretenida!
La he pasado muy divertida leyéndote, no se te ocurra enviar a tu prima Chon a la Argentina!
Espero que mejore tu dedo pronto!
Cuidate mucho!
Desde aquí, un enorme abrazo y besos para Vos!
PD: ¿Setenta kilos? Yo peso 72 pero soy más cuidadosa!
Pobre con tu dedico así en esas condiciones,la verdad es qué vaya aventura ..Recuperate .Un besito guapa.
¡Hola Susana!Puede que mi prima pese 80...90...No lo sé. Solo calculo por el daño que me hizo ¿y si me lee? Hay que tirar "por la bajo", que es muy buena y no quiero molestarla, pero es algo patosa y me toma lo que digo muy en serio...
70 kilos es un peso bueno siendo algo alta como te figuro.
Un beso amiga y gracias.
Luisa, gracias. Ya estoy mejor...
Cuidadme de mis primos, que de mis enemigos ya me cuido yo.
Podría ser algo así, ¿no?
Que te cures, Perlita. Ayayayyyy...
DEJO MIS SALUDITOS NUEVAMENTE :)
ESPERO QUE ESE DEDO ANDE MEJOR
SE VE FEITO
BESOSS
Ja, ja, ja.... ¡¡¡Genial!!! ¿Qué más puede decirse? Tú sentido del humor y tu buen contar hablan por sí mismos. He pasado un rato delicioso. Espero que te mejores pronto. Un abrazo
jajajaja
yo gorda?
Nada, no hay como el diseño de un buen corsé para dedos a prueba de "pesos pesados".
Saludos campestres,
grcaias por tu visita, te visitaré más a menudo.
Ciao!!
Si no hubiese sido por esa última foto de tu mano maltrecha, tu relato me ha parecido muy divertido.
Me apunto a la próxima excursión con tu prima, eso sí vigilando donde deja caer su humanidad.
Esa mujer es un material literario de primera. Perlita, tienes que provocarla un poquito para luego contarlo, que tienes mucha gracia.
Besos, y que te mejores rápido.
Perlita, vaya prima la tuya...
realmente admirable tu actitud...
imposible mejor descriptas las situaciones de este relato, por suerte ya superadas...
Fuertes vivencias si es que las hay, verdad???
Qué te mejores pronto!!!
Un enorme beso para ti.
Dedalus, la verdad que Chon es un encanto pero quiere a su manera...Y cosas que me callo...
Un abrazo.
Hola Alegra...Gracias por tu amabilidad. Estoy haciendo ejercicios con mi infortunado dedo, pero estoy bien.
Besos.
Hada, habría necesitado tu varita mágica por aquí...
Abrazos, guapa.
Almatina, me retraso en visitaros porque hasta ayer tuve el dedo "enfajado". Ahora reanudaré mis periplos cibernéticos.
Encantada de que nos visitemos.
Tesa, ¿provocar a Chon? Sería un suicidio por mi parte. Ella sola se basta para dar qué hablar y le encanta echarme la culpa de sus cosas pero... sé que me quiere. Ha estado muy compungida...
Besos, guapa.
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