lunes, 27 de diciembre de 2010

Carta de mi hija publicada el día 25 por El Mundo

El eslogan de la campaña navideña de unos conocidos grandes almacenes reza últimamente “Regala Navidad”
Me he traído a mi hija de seis años en cercanías desde Majadahonda solamente para enseñarle el Belén que ponen cada año. Ayer estaba tan emocionada con la idea de ver una maqueta de ese tamaño que me costó horrores meterla en la cama.
Hemos llegado a nuestro destino. Al lugar que se postula como el mejor sitio para hacer realidad los sueños de los más pequeños, donde encontraremos esos detalles con los que expresaremos a nuestros seres queridos nuestros mejores deseos: Paz, prosperidad, amor… Espera. ¡Este año no han puesto Belén! Tiene que ser un error.
Pero no. Este año no hay Belén.
En su lugar hay una macro exposición de Barbie con los modelazos que han confeccionado para ella los más importantes diseñadores de todos los tiempos. Yo tengo como mil Barbies y sueño con tener su vestuario, pero eso no quita para que tenga muy claro que, de ser una persona real, esa muñeca tendría los valores navideños de “Sexo en Nueva York”. Oiga, yo venía a “Regalar Navidad” a mi hija. Me siento estafada.
Después de superada la decepción de saber que no vería al Niño, ni a los pastores, ni los saltos de agua, ni al “caganer”, mi hija se consuela deprisa. Al fin y al cabo es una niña de seis años. “La Barbie” estará bien, me dice. ¡Más qué bien! ¡Qué suerte, mamá!¡La Barbie!
¿Cómo que estará bien? Me pregunto, y me encuentro con el dilema de si coger mi cercanías de vuelta a casa o subir a la niña hasta la cuarta planta para que se empape de este nuevo espíritu navideño que ni tiene espíritu, ni es navideño.
Al margen de que uno sea o no religioso, pienso, la Navidad es lo que es. No puede cambiarse porque pierde su naturaleza. Porque resulta un engendro travestido en otra cosa que no tiene sentido.
Llevo aquí veinte minutos y tampoco escucho Villancicos: Ni cursis, ni angelicales. Ni si quiera los de Luis Cobos.
A estas alturas se me ha puesto la piel de gallina.
Se me antoja que el concepto de Navidad de estos señores está vacío, y “Regala Navidad” solo me sugiere “Compra Algo. Cualquier Cosa.” No soy una ingenua y sé bien que un negocio no es una ONG. Yo también me pongo una venda en los ojos y entro en la rueda de comprar cosas a diestro y siniestro cada Navidad. Solo era cuestión de tiempo que alguien decidiera que los valores navideños ya no interesan ni para aumentar las ventas en tiempos de crisis.
Aunque no soy mucho de hacer propósitos de año nuevo, voy a hacer uno para el año que viene inspirada por las lumbreras del márketing de este establecimiento: Las próximas Navidades visitaré el mercadillo de la Plaza Mayor, compraré todos los regalos en entidades de comercio justo y llevaré a mis hijos a visitar un ropero de caridad o puede que, incluso, un comedor solidario.
Los padres y madres preocupados por la educación de sus hijos, cada familia, cada ser humano, debe vivir, en mi opinión, conforme a valores de generosidad, honestidad, responsabilidad y solidaridad durante todo el año si se quiere un mundo mejor. Nadie lo consigue, es cierto, pero ignorarlos a priori, perderlos de vista como objetivo, es abrazar el conformismo y la falta de fe. Y, que me corrija quién esté en desacuerdo, pero me parece a mí que la desesperanza nunca trajo consigo nada bueno.

jueves, 23 de diciembre de 2010


¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS Y FELIZ AÑO NUEVO!!

Hasta mediados de enero...

miércoles, 8 de diciembre de 2010

EL FANTASMA DE CHON

Queridos amigos, es justo que acabe ya de contar todo lo que ha pasado con el chalet de Chon, mi prima. Es que si no, no me quedo tranquila y está bien que salgáis de vuestras cosas trascendentes y culturales de vez en cuando y leer algo, pues así, doméstico, de lo que os puede pasar si tenéis algún pariente de este tipo...
La casa, me cuenta, la ha dejado preciosa en tiempo récord (yo no la veré hasta el verano, seguro) con una decoración minimalista (todo de Ikea, valga la publicidad gratuita que doy) y hasta unos operarios de ese gran comercio le han hecho un envidiable vestidor que ya quisiera yo, me dice triunfante. Bueno, un vestidor de verano no sé para qué sirve porque no creo que los bañadores ocupen mucho sitio. Así se lo he dicho a mi prima y me ha llamado envidiosa y debe ser verdad porque mis armarios están a reventar.
Dice además, que igual pasa más tiempo en la playa cuando se pre-jubile este año y va a necesitar espacio. Dudo que se mude pero no me extrañaría.
Por lo pronto, ya me ha dicho que ha "oído" por las noches y cuando está en la cama, un arrastre de cadenas y unos suspiros acompasados casi en su oído y que acaban siendo gemidos ahogados que le dan escalofríos.
-No te lo puedes figurar, prima...No me lo puedo creer -me dice con cara de sí creérselo y sabiendo mis miedos a todas esas cosas.
-¡No me digas...! -Le he contestado escéptica, incrédula y burlona- Las cadenas seguro que son las ramas de los cipreses, golpeando los canalones de lluvia...En cuanto a los suspiros, ¿estás segura? ¿Y qué haces entonces? ¿No te causan respeto?
-¡Claro que me dan respeto...! Pero lo que hago entonces es abrazarme a Paco y me pego a él con todas mis fuerzas, como una lapa y eso, me da seguridad.
-Ah...- solo se me ha ocurrido contestar, porque pensar...sí que he pensado.

Asunción, mi prima grande, proporcionada a pesar de sus ochenta y algún kilos aunque ella confiese solo setenta, poco más o menos; buenaza, pero agria y áspera, entre un limón y un membrillo, se pega a su esposo envuelta en suspiros y algún que otro gemido "fantasmal" buscando protección y defensa...Y veo a Paco abrazando a su esposa, emocionado, protegiéndola y firmando un acuerdo expreso con el fantasma de la meretriz y a punto de cantar aquello de la ópera Carmen de Bizet... "¡Toreador, la, la, lalalaaa ! ¡Oh toreador...!" a pleno pulmón. O, mejor aún, La Parranda completa que es más nuestra...

¡Ay, el amor otoñal...! Por favor: No retiren mis amigos poetas esos versos tan preciosos que voy colocando a la izquierda de mi blog y que un día me dedicaron: Sigo siendo modosita...Palabra.

domingo, 5 de diciembre de 2010

ASUNCIÓN ESTÁ...MUY ENFADADA.

Bueno, pues se desveló el misterio porque tomé cartas en el asunto y me negué a seguir guardando el secreto. Si tardan un poco más en sacar a mi pobre prima Asunción del error, pierdo los nervios y ella pierde el pelo. Así, literalmante. Y no es porque se le fuera cayendo por la preocupación, ni porque las de mi familia Rex seamos de pelo más bien justito, no, es porque para aparecer guapa y adornada ante Paco, para acapararlo por si alguna lagarta trataba de engatusarlo, pues se ha ido haciendo unos adornos en la cabellera de lo más pintoresco -nunca mejor dicho- como ponerse mechas rojas, desplegarse unos rizos que iban en todas direcciones (ahora se dice, pelo disparado) y dejarse unas pequeñas extensiones en la nuca que parecía la coletilla de los toreros antiguos de élite...

Resulta que el pobre e inocente Paco, no sabía el dolor que ocasionaba su inocente, pero a la vez, grandioso secreto y su susto cuando le conté las penas de Chon, le hizo reaccionar y contarle a su mujer cómo aprovechando estos momentos de bajada de precio en viviendas, ha comprado un bonito y coqueto chalet en la playa de Mazarrón en Murcia, nuestra tierra.

Para los que conozcan la zona, es una casona antigua al final del paseo principal, hoy casi escondido entre tanta vivienda monstruosa que se ha ido construyendo y que siempre hizo las delicias en la ilusión de Asunción. De ella y de mucha gente. Mías también.

Esa especie de palacete en pequeño, pero grande como para poder presumir de chalet, desde donde se ve el mar, casi en primera fila, estuvo durante un par de décadas o más cerrado. Con aspecto fantasmagórico dicen, que por allí se quedó vagando el alma en pena de su antigua dueña, una elegante meretriz de lujo, a la que un ciego admirador le pagó con esa vivienda su triste historia de amor que no viene ahora al caso.

Paco la ha reformado y recuperado él mismo con tres o cuatro operarios más, quitando horas a su descanso y a su familia a la que estaba seguro de compensar en breve...

¡Qué bonito...! ¿no? ¡Ja!...Chon lloraba y se reía y parecía una cría disfrutando con la noticia, pero después...Se ha peinado como una ermitaña, se ha quitado las extensiones y creo, según sus hijas, que aún le habla con monosílabos al marido "infiel" que no lo era pero que para ella, como si lo hubiera sido. ¡Qué cabreo tiene!

De momento, no sabe que yo conocía el secreto (¡madre mía, si se entera) y ahora voy a ver si le quito de la cabeza que contrate a no sé quién para que haga un exhorcismo antes de ocupar el dichoso chalet por si la madame está por allí de "okupa"...

Perlas del Segura