Un año
más. Dentro de nada, en abril, será mi nuevo cumpleaños y el tiempo va que vuela,
tirando del manido tópico. No me preocupa. Tengo visto que el fin de nuestra
existencia llega cuando menos lo esperas sin que la edad tenga nada que ver
aunque las probabilidades de marcharse sean de una forma lógica cuanto mayor
eres, pero es igual. De momento, lo que resulta más curioso y hasta terrible, es
observar cómo mi abuela Carmen tenía razón y, como lectora impenitente, un buen
día se enteró por una hojita del calendario del Corazón de Jesús que a las
personas sin distinción de razas o sexo, y a partir de los cincuenta años, nos crecen los pies, las manos, las orejas y, lo
que es peor, la nariz. Si, si…Es cuestión de observarse y darnos cuenta que de
un treinta y seis que gastábamos como número de pie, pasamos al treinta y ocho,
si no más. Está avalado por los jesuitas, tan estudiosos y sabihondos ellos.
Como para quedarse mucho tiempo por esta vida luciendo nariz y orejas
descomunales. –“No, es que se me ha descolgado algo el lóbulo por usar
pendientes grandes…” Justificación tonta, amigos.
Terrible
querer usar los zapatitos como de Cenicienta que reencontramos en el zapatero y
que costaron una pasta, reservados para bodas y eventos extras. Nada, no
entran. Menos mal que la nariz va despacio, pero…las orejas. ¡Ay esas orejas
tan monas y bien esculpidas! Las mismas que te gustaba lucir recogiéndote el
pelo en un moño zorongo alto y feo sabiendo que allí estaban ellas, prestas a
que el apuesto confidente se acercara y se quedase prendado de aquellas
miniaturas. Todas nosotras con el pelo recogido luciéndolas…
Mis hijas,
siempre salen por donde pueden ante algunas de
mis reflexiones:
–Mamá,
vuelves a estar “eutrapélica”
Venga,
queridos ex alumnos, echad mano de Google y buscad la palabra EUTRAPELIA. (Nunca dejaré de ser
maestra)
3 comentarios:
Buen año ¡¡¡
Salut ¡
Salut, amic!!
Palabrita dominguera para mí!!!
Me gusta esta acepción: Donaire o jocosidad urbana e inofensiva.
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